A pesar de la inmensa presión que tendrá el sector agrario con el tiempo -especialmente si el cambio climático logra, por un lado, marchitar las zonas más productivas alrededor del mundo y, por el otro, sumergir algunas otras con frecuentes inundaciones- se dice que la población mundial alcanzará los nueve mil millones en 2050.
Retomando el mantra de la Revolución Verde de 1960, muchos países –y muchos intereses agrícolas – hacen énfasis en que los fertilizantes químicos, el alto rendimiento y las operaciones de granjas de escala industrial son la respuesta lógica para la desalentadora tarea de producir más comida en condiciones ambientales que cada vez más son más difíciles.
Sin embargo, existen defensores de la agroecología que se enfocan en un crecimiento simultáneo de muchos cultivos en pequeñas parcelas de tierra, sin costosos elementos químicos. En lugar de fertilizantes, los defensores de esta práctica utilizan cultivos de cobertura, como los de la rúgula, el trigo y el centeno, por ejemplo, para enriquecer sus campos. Y en lugar de pesticidas cultivan flores y árboles para atraer los insectos que podrían poner en peligro sus cosechas.
Así la agricultura industrial haya ayudado a impulsar sus cultivos, Albie Miles, un profesor asistente en la Universidad de Hawaii, dijo que con este tipo de agricultura el aire, el agua, la calidad de los suelos y la salud humana se han puesto en peligro.
“Estamos siguiendo un modelo de agricultura industrial de máxima aceleración, lo que no solo acelera el cambio climático, sino que también pone en riesgo la salud de los humanos y de la biodiversidad, mientras socava los recursos naturales de los cuales dependen la agricultura y la seguridad alimenticia”, afirma Miles.
Mientras la población mundial se expande y comienza a sentir el llamado del cambio climático, los agro ecólogos creen que las formas tradicionales de agricultura ofrecen soluciones generosas a los problemas más incómodos asociados con la producción de comida.
“Tenemos que aprender mucho de las prácticas agrícolas tradicionales”, dice Miles. “Estamos frente a un cambio climático, necesitamos repensar nuestra comida y la producción de energía y así acercarnos más hacia una agricultura más ecológica”.
Tanto como el 12 por ciento de las emisiones de gases de los invernaderos en el mundo son el resultado de los cultivos, de las plantaciones y de las cosechas, según el Panel Intergubernamental del Cambio Climático (UN Intergovernmental Panel on Climate Change). Sin embargo, no todos los sistemas de agricultura son los mismos. En el último reporte, la agencia de agricultura se dio cuenta de que las técnicas agroecológicas reducen las emisiones de gas de los invernaderos, al igual que el aumento de su producción.
“Las opciones agroecológicas para mejorar las prácticas agrícolas tienen el potencial de aumentar el rendimiento de los cultivos mientras se proveen más beneficios. Más suelos de materia orgánica, por ejemplo”.
Los sistemas agroecológicos, dice Miles, son más prácticos para los países en desarrollo y las zonas rurales porque las semillas de ingeniería genética y los pesticidas son bastante caros. Además afirma que los sistemas agroalimentarios localizados son más resistentes porque tienen cadenas de abastecimiento más cortas.
“Si de verdad queremos tener una diferente agricultura tenemos que dejar los químicos”, le dijo a Vice. “Queremos ser un modelo que muestra que hay una manera diferente de cultivar”.
Independientemente de su predisposición hacia los productos orgánicos, Jones-Crabtree dice que ella y su esposo no hubieran podido empezar una granja de escala industrial gracias a los altos costos de las semillas modificadas genéticamente y los pesticidas y fertilizantes enriquecidos con químicos.
Desde arriba, su granja muestra otras características que diferencian las prácticas agroecológicas de las industriales. Veinte por ciento de sus pastizales son tierras de no cultivadas de conservación o áreas puestas a un lado para que esos árboles y flores ayuden a evitar la infestación de insectos. En contraste con esa diversidad de flora, una típica operación agrícola crece acre por acre del mismo cultivo.
Mientras las granjas Vilicus demuestran el potencial de las alternativas a la agricultura industrial, los impulsores de la agroecología se enfrentan a una batalla cuesta arriba cuando buscan ampliar sus métodos, principalmente debido a la falta de apoyo institucional.
Y es precisamente esa situación la que la Universidad de Hawaii de Miles quiere cambiar.
En un estudio reciente del Departamento de Agricultura de Estados Unidos, Miles y sus colegas encontraron que menos del 2 por ciento de las investigaciones del departamento, de la educación y de la extensión de financiación se enfocó en el desarrollo y el apoyo de la agricultura orgánica, certificada en 2012. Ahora están llevando a cabo un análisis exhaustivo de la financiación de USDA en la agroecología, pero de igual manera Miles y sus colegas creen que no se trata de mucho.
“Hay un camino visible, pero todos los campos han sido marginalizados”, afirma Miles. “Creo que si nos enfrentarnos cada vez más a la degradación del medio ambiente, la agricultura tocará fondo. Esta es la historia más importante que debemos contar ahora”.
En un país como Colombia, la agroecología también está presente. En efecto, existen organizaciones no gubernamentales que se han encargado, por medio de escuelas rurales o campesinas, de hacer llegar esta otra forma de agricultura con la ayuda de las poblaciones campesinas e indígenas. SOCCA (La Asociación Científica Colombiana de Agroecología) es una asociación latinoamericana que llegó al país en 2011 y se ha encargado de investigar las condiciones agrarias del país para instalar el modelo agroecológico en sus cultivos. Tiene como objetivo mejorar los sistemas de producción agraria sin el uso de químicos o fertilizantes y así promover la sustentabilidad ambiental, social y económica de Colombia. ECOFONDO, otra organización, utiliza la agroecología como manera de reflexión sobre las problemáticas ambientales reconociendo la diversidad ecosistémica y cultural del país. Por lo tanto en Colombia, la agroecología se ha mostrado de manera pedagógica y científica en busca de adoptar nuevas formas de agricultura.
Información: Vice.com
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