Cuando los niños nos van ganando en el Monopoly se jactan de la superioridad que están mostrando ante los adultos, pero ¿qué pasa cuando la rueda de la fortuna los coloca abajo? La felicidad seguro ya no es la misma.
Y como esos pedacitos de carne son nuestra debilidad… podemos estar tentados a dejarnos ganar… pero ojo, los especialistas apuntan que no debemos hacer esto.
¿Por qué no debemos dejarnos ganar?
Los niños en edad escolar saben cuándo los adultos no está esforzándose y podrían interpretar tu rendición como una pérdida de fe en ellos, explicó Matthew Biel, un psiquiatra pediátrico en el Centro Médico de la Universidad de Georgetown a The Wall Street Journal.
Se trata de una preparación para los tropiezos de la vida.
Todo el mundo se acuerda del niño en el parque que pateó la pelota hacia los árboles tras perder un partido”, dijo Biel. “A ese niño no le dieron las destrezas para recuperarse tras el fracaso. Nadie quiere ser ese niño”.
¿Entonces debemos ganarles?
Tampoco debes ganarles con toda tu eficiencia adulta. El niño no sólo dejará de jugar contigo, sino que podría aprender lo que los psicólogos llaman “impotencia aprendida”, el sentimiento de que el triunfo es imposible sin importar las probabilidades, explicó el especialista.
La solución, como comúnmente lo es en materia de ser padres, es falsear un poquito.
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