CIUDAD DE MÉXICO.- El tenor Plácido Domingo (Madrid, España, 1941) quisiera dejar la música y dedicar su tiempo al estudio de la historia, en particular sobre la Conquista de México. Luego lo medita, sonríe un poco y reconoce que la música se lo impide.
“Quisiera estudiar historia universal, pero vivo en el canto, donde lo extraordinario es el privilegio de brindar felicidad a las personas”, dice vía telefónica desde Nueva York a cinco días del recital que realizará en el Auditorio Nacional, el 10 de noviembre, donde estará acompañado por la soprano María Katzarava y su hijo Plácido Domingo Jr.
“Lo más importante para mí es que el público se siente a ver el espectáculo, en ese instante donde están contigo y nada más, ese momento donde el público olvida sus penas, sus problemas y son felices. Este es el mayor privilegio del artista”, asegura en entrevista con Excélsior.
Afincado en Nueva York, el tenor conocido como “El Granado”, habla sobre el valor de los artistas mexicanos y el significado de la palabra México. “¡Imagínese!, nací en España pero cuando tenía ocho años me vine a México. Todavía me acuerdo que de chiquito veía a mis padres, en los teatros de España… Y así, sin más, nació mi amor por la música”.
En aquel tiempo, el tenor descubrió en el trabajo de sus padres el placer por la zarzuela sobre el escenario. “Y ahí empezó todo. Quién diría que me dedicaría por completo al mundo de la música… ¡y por tanto tiempo! Ahí empezó esa hormiguita que se convirtió en una montaña de música que me ha acompañado durante toda mi vida”.
¿Cuáles son los roles que lleva cerca del corazón?, se le pregunta al tenor que ha encarnado a Don José en Carmen, Nemorino en L’ elisir d’amore, Rodolfo en La Bohème y Alfred en Die Fledermaus.
“Todos los personajes son maravillosos, desde el vagabundo hasta el rey y del emperador al poeta, toda esa gama de personajes son como las familias antiguas de España o Italia, donde tenían ocho hijos, es decir, cada personaje es como un hijo y no podría decir a quién quiero más”.
¿Cree usted en las versiones definitivas? “Salvo en contadas ocasiones, no existe una versión definitiva. El gusto se rompe en géneros y lo maravilloso de este mundo es que todos somos diferentes. Sería aburrido si hubiera una versión, pues hay tantas versiones maravillosas en cualquier aria, ópera, pieza sinfónica… al final, el público tiene la última palabra”.
UNA VOZ DE ÁNGEL
De su relación con México, Plácido Domingo reconoce que va más allá de los escenarios, pues en la última década ha tenido contacto con algunas de las grandes voces mexicanas, como Rolando Villazón, David Lomelí, María Katzarava, Arturo Chacón-Cruz, a quienes ha asesorado en los primeros pasos de su carrera.
“No me sorprende, pero hay una gran cantidad de voces mexicanas que he escuchado por suerte. México da buenas voces. No sé a qué se debe, ¿será la comida? Pero eso me da alegría porque México es un lugar que llevo en el corazón”.
Esto le hace pensar que ha sido un gran acierto su trabajo con The World Opera Competition. “Es un concurso que me ha dado muchas satisfacciones para continuar ese eslabón de artistas de ópera que ven cómo avanzan los nuevos talentos. Porque me gusta pasar lo que he aprendido a las siguientes generaciones, para formar una cadena de nuevos eslabones a partir de quienes llevamos cantando tanto tiempo”.
¿Qué sugiere a las voces mexicanas en ciernes? “Me enorgullece la cantidad de intérpretes que han surgido de mi concurso –en Los Ángeles, Washington y Valencia–, pero también me emociona el esfuerzo y la labor de Pepita Serrano (en México) con SIVAM, de donde surgen grandes voces”.
Por desgracia, hay una voz mexicana que no ha estado ligada a Plácido Domingo, a pesar del afecto y el reconocimiento que hoy le expresa. Se trata de Javier Camarena, el tenor con voz de ángel, la voz que se suma a Ramón Vargas y Francisco Araiza.
En este punto, el tenor se refiere a los jóvenes intérpretes que buscan un lugar en la escena del belcanto y asegura que para quienes inician, “debo decirles que éste es un mundo maravilloso… pero también un mundo muy difícil, así que les sugiero entregarse totalmente a la música porque se necesita darlo todo a cada momento”.
Para cerrar la entrevista, Plácido Domingo acepta que le gustaría dedicarse a leer y estudiar la historia universal, en particular la del siglo XVI, donde se escribió el capítulo sobre la Conquista de México y cambió el mapa mundial.
“Me gusta la poesía y la gran literatura, pero hoy mi tiempo para leer es poco, ya que paso la vida estudiando música. Espero tener tiempo un día para leer la historia universal. Es algo maravilloso. Quizá algún día deje de trabajar… bueno yo quisiera trabajar toda la vida, pero si no fuera así… dedicaría el tiempo a leer todo sobre la Conquista y los últimos 500 años de nuestra historia”.
Por último, Domingo hace una pausa y refiere la situación de México y envía un mensaje: “Éste es un país estoico que, a pesar de los problemas, siempre se levanta; su gente tiene una fe y una fuerza extraordinaria, y a pesar de los momentos difíciles que han vivido, especialmente en el último año. De corazón, esperamos que se pueda erradicar (la violencia) o cambiar la vida de este país tan maravilloso”.
El tenor Plácido Domingo (Madrid, España, 1941) quisiera dejar la música y dedicar su tiempo al estudio de la historia, en particular sobre la Conquista de México. Luego lo medita, sonríe un poco y reconoce que la música se lo impide.
“Quisiera estudiar historia universal, pero vivo en el canto, donde lo extraordinario es el privilegio de brindar felicidad a las personas”, dice vía telefónica desde Nueva York a cinco días del recital que realizará en el Auditorio Nacional, el 10 de noviembre, donde estará acompañado por la soprano María Katzarava y su hijo Plácido Domingo Jr.
“Lo más importante para mí es que el público se siente a ver el espectáculo, en ese instante donde están contigo y nada más, ese momento donde el público olvida sus penas, sus problemas y son felices. Este es el mayor privilegio del artista”, asegura en entrevista con Excélsior.
Afincado en Nueva York, el tenor conocido como El Granado, habla sobre el valor de los artistas mexicanos y el significado de la palabra México. “¡Imagínese!, nací en España pero cuando tenía ocho años me vine a México. Todavía me acuerdo que de chiquito veía a mis padres, en los teatros de España… Y así, sin más, nació mi amor por la música”.
En aquel tiempo, el tenor descubrió en el trabajo de sus padres el placer por la zarzuela sobre el escenario. “Y ahí empezó todo. Quién diría que me dedicaría por completo al mundo de la música… ¡y por tanto tiempo! Ahí empezó esa hormiguita que se convirtió en una montaña de música que me ha acompañado durante toda mi vida”.
¿Cuáles son los roles que lleva cerca del corazón?, se le pregunta al tenor que ha encarnado a Don José en Carmen, Nemorino en L’ elisir d’amore, Rodolfo en La Bohème y Alfred en Die Fledermaus.
“Todos los personajes son maravillosos, desde el vagabundo hasta el rey y del emperador al poeta, toda esa gama de personajes son como las familias antiguas de España o Italia, donde tenían ocho hijos, es decir, cada personaje es como un hijo y no podría decir a quién quiero más”.
¿Cree usted en las versiones definitivas? “Salvo en contadas ocasiones, no existe una versión definitiva. El gusto se rompe en géneros y lo maravilloso de este mundo es que todos somos diferentes. Sería aburrido si hubiera una versión, pues hay tantas versiones maravillosas en cualquier aria, ópera, pieza sinfónica… al final, el público tiene la última palabra”.
UNA VOZ DE ÁNGEL
De su relación con México, Plácido Domingo reconoce que va más allá de los escenarios, pues en la última década ha tenido contacto con algunas de las grandes voces mexicanas, como Rolando Villazón, David Lomelí, María Katzarava, Arturo Chacón-Cruz, a quienes ha asesorado en los primeros pasos de su carrera.
“No me sorprende, pero hay una gran cantidad de voces mexicanas que he escuchado por suerte. México da buenas voces. No sé a qué se debe, ¿será la comida? Pero eso me da alegría porque México es un lugar que llevo en el corazón”.
Esto le hace pensar que ha sido un gran acierto su trabajo con The World Opera Competition. “Es un concurso que me ha dado muchas satisfacciones para continuar ese eslabón de artistas de ópera que ven cómo avanzan los nuevos talentos. Porque me gusta pasar lo que he aprendido a las siguientes generaciones, para formar una cadena de nuevos eslabones a partir de quienes llevamos cantando tanto tiempo”.
¿Qué sugiere a las voces mexicanas? “Me enorgullece la cantidad de intérpretes que han surgido de mi concurso –en Los Ángeles, Washington y Valencia–, pero también me emociona el esfuerzo y la labor de Pepita Serrano (en México) con SIVAM, de donde surgen grandes voces”.
Por desgracia, hay una voz mexicana que no ha estado ligada a Plácido Domingo, a pesar del afecto y el reconocimiento que hoy le expresa. Se trata de Javier Camarena, el tenor con voz de ángel, la voz que se suma a Ramón Vargas y Francisco Araiza.
En este punto, el tenor se refiere a los jóvenes intérpretes que buscan un lugar en la escena del belcanto y asegura que para quienes inician, “debo decirles que éste es un mundo maravilloso… pero también un mundo muy difícil, así que les sugiero entregarse totalmente a la música porque se necesita darlo todo a cada momento”.
Para cerrar la entrevista, Plácido Domingo acepta que le gustaría dedicarse a leer y estudiar la historia universal, en particular la del siglo XVI, donde se escribió el capítulo sobre la Conquista de México y cambió el mapa mundial.
“Me gusta la poesía y la gran literatura, pero hoy mi tiempo para leer es poco, ya que paso la vida estudiando música. Espero tener tiempo un día para leer la historia universal. Es algo maravilloso. Quizá algún día deje de trabajar… bueno yo quisiera trabajar toda la vida, pero si no fuera así… dedicaría el tiempo a leer todo sobre la Conquista y los últimos 500 años de nuestra historia”.
Por último, Domingo hace una pausa y refiere la situación de México: “Éste es un país estoico que, a pesar de los problemas, siempre se levanta; su gente tiene una fe y una fuerza extraordinaria, y a pesar de los momentos difíciles que han vivido, especialmente en el último año”.
Información: Excelsior
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