Mocorito, Sin.- Por lo general el mirar a una persona de avanzada edad sentada en alguna silla, en algún espacio de su vivienda y bajo vigilancia de algún familiar, es muy común, por la dificultad que tienen para movilizarse de un lugar a otro y para estar al pendiente de su salud, sin embargo esto no aplica para el señor Federico López López quien a sus casi 90 años a diario se sube a su burro para dirigirse a pastorear sus vacas a algunos predios cercanos a su casa.
Originario del Ranchito de los Gaxiola, Don Federico comenta que aunque su hijo le sugiere que ya no siga montando por el riesgo de una caída a su avanzada edad, dice, que no lo dejará, ya que lo único que tiene como pasatiempo es pastorear sus 15 vacas.
Todas las mañanas ensilla su burro y le abre la puerta del corral a sus vacas para guiarlas a los predios que se ubican alrededor del poblado donde acostumbra pastorear, además de que cada tercer día se dirige al centro del pueblo de Mocorito hasta donde le lleva leche a un familiar para la elaboración de quesos.
Comenta que el estar activo con el oficio de vaquero le ha permitido mantenerse de pie hasta la fecha, ya que de lo contrario en su casa ya no se podría mover, tal como le pasa a un amigo que tiene la misma edad que él, y que desde hace 8 años dejó el oficio, enfriándose por completo, al grado de no caminar.
Don Federico a sus escasos 5 años ya montaba a caballo cuando su mamá lo mandaba a entregar leche a su nino “Chuy” Montoya en un establecimiento comercial en Mocorito.
López López menciona que en algunos lugares que llega le quieren ayudar a montar el burro por que lo ven muy mayor, a lo que les responde que el solo puede, ya que lo hace a cada rato al pastorear sus vacas.
Menciona que este burro que trae ahora es nuevo, ya que lo acaba de comprar hace algunos meses, debido a que el que tenía antes se lo vendió su hijo porque lo tumbaba muy seguido, ocasionándole problemas en la columna, incluso una vez lo tumbó y duró desmayado alrededor de una hora, lo que ocasionó que su hijo se lo vendiera y le comprara otro más “mansito”, “mucho me tiraba, corría que nomás volaba conmigo y en donde daba vuelta me tiraba de cabeza, este cabrón es muy pajarero pero no arranca, aquel arrancaba y no lo detenía yo”, dice.
Su hijo en tono de broma le dice que se va a morir andando en los cercos en su burro, a lo que Don Federico contesta que está bien para no darles batalla.