JAIME JIMENEZ SANTOS
Buen día mis estimados amigos, el martes se llevó a cabo el parlamento abierto en el Congreso de la Unión para tratar el grave problema por el que atraviesa el sector primario en México, donde asistieron diferentes organizaciones del país de las diferentes ramas del sector.
Fueron más de 30 los oradores por parte de los productores, quienes reclamaron enérgicamente lo que sucede en el campo mexicano, desde falta de crédito, asistencia técnica, y apoyos de distinta índole, pero principalmente la falta de precios de garantía que precisamente de garantía al productor de recuperar la inversión y obtener márgenes de ganancia razonables para continuar en la tarea de producir los alimentos que los mexicanos requerimos.
Dentro de las propuestas que llamaron mi atención se encuentra la que dieron a conocer los industriales de la masa y la tortilla, quienes argumentan la importancia de generar una cadena logística de distribución que propicie esquemas que eliminen a intermediarios y a los monopolios que controlan el mercado (Gruma, Carl Hill, entre otros), en este caso el del maíz.
Parece sensata la propuesta de que sea el productor, quien entregue directamente al industrial de la masa y la tortilla su producción mediante un sistema de acopio que elimine a coyotes y deje fuera a las grandes compañías monopólicas, que hasta hoy son quienes se quedan con las grandes ganancias de esta actividad.
Lo anterior traería grandes beneficios a productores del grano y a quienes lo transforman, para que finalmente llegue a nuestros hogares la tortilla, habría que agregarle según yo, la organización de los productores en esquemas asociativos (Clúster, Consorcios, etc.,) para que les permita no solo negociar hacia adelante, sino también hacia atrás de la cadena de suministro, es decir en la compra de insumos, créditos blandos y de largo plazo entre otras cosas, o sea comprar y vender grandes volúmenes les daría mayor poder de negociación para obtener precios más justos.
Aunado a lo anterior, otra de las propuestas se refiere a crear una ley que permita declarar la producción de alimentos como estrategia de seguridad nacional y emitir una ley de comercio justo, que no dependa de los precios internacionales si no de la seguridad alimentaria y de los costos internos de producción, para ello se requiere modificar el artículo 20 de nuestra Constitución, de lo contrario se seguirá con la misma problemática.
Mientras tanto se siguen importando granos y oleaginosas en grandes cantidades a tal grado que este año se importaron alrededor de 12 mil millones de dólares.
No hay que perder de vista que los conflictos entre Rusia y Ucrania más el de medio oriente,(Palestina e Israel) y pueden agravar aún más la situación a nivel mundial, se requiere actuar con visión estratégica y de largo plazo para tratar este problema de grandes dimensiones.
Llamó la atención el rechazo hacia el diputado federal Fernando García a quienes algunos consideran que no ha hecho nada por el campo, a tal grado que tuvo que dejar el micrófono ante las interpelaciones de los presentes, aunque después intervino y fijo su postura informando todo lo que ha participado en esta lucha.
Así las cosas, mis amigos, esperemos que la postura y propuesta de los productores sean tomadas en cuenta y todos salgamos ganando, porque al final de cuentas todos somos consumidores, pero eso se tiene que ver desde la teoría de la triple hélice, es decir la solución la tienen los productores, el gobierno y los industriales de la masa y la tortilla. Gracias por su atención.