El cultivo del maíz se extiende a lo largo y ancho del territorio nacional, por ello se constituye como el grano de mayor peso social y económico; ya que de acuerdo con datos del padrón de ASERCA, alrededor de 2 millones de personas se dedican al cultivo de maíz, cifra que representa el 30 por ciento de la población ocupada en el sector primario de la economía del país.
El maíz blanco sin lugar a duda contribuye a la seguridad alimentaria, pues tiene como principal destino el consumo humano, el cual se transforma para la elaboración de insumos para alimentos, ya sea a través de la nixtamalización para generar masa o bien por medio de la deshidratación y molienda para obtener harina, y posteriormente todos sus derivados. Aquí cabe resaltar la autosuficiencia de México en la producción de este grano.
Por otro lado, la alimentación animal y uso industrial para la generación de otros bienes es el destino principal del maíz amarillo, del cual las importaciones garantizan la producción nacional de la industria almidonera, alimentos balanceados para el ganado, y de frituras y hojuelas.
La importancia que reviste al maíz lo hace objeto de diversos apoyos por parte de la SAGARPA, tales como el Programa de Incentivos a Productores de Maíz y Frijol (PIMAF) y el Programa de Reconversión y Ordenamiento Productivo, cuyo objetivo es incrementar la producción y productividad agrícola, mediante incentivos como paquetes tecnológicos y acompañamiento técnico.
En los últimos años se han aplicado diversos avances tecnológicos para incrementar la producción de este producto estratégico, algunos de ellos son: paquetes tecnológicos para cultivo de maíz en condiciones de humedad residual, componentes fundamentales en producción de híbridos con alto potencial de rendimiento, densidad adecuada de siembra, fertilización, combate de malezas, tratamiento de semillas con insecticidas y biofertilizantes.
Con información de gob.mx
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