Guamúchil, Sinaloa.-Una bola de fuego se expande por el aire hasta alargarse unos dos metros, esta sale despedida por la boca de un superhéroe, no de las tiras del Comic, sino de uno real con nombre y apellido.
Julio Suárez Beltrán desde que estaba “morro”, para ser precisos a los 14 años, comenzó este duro oficio, que data de miles de años; y fue su hermano quien se lo enseñó.
Cada vez es más común ver en la calle este tipo de espectáculos, como el de los bailarines, acróbatas, entre otros; y es que la dura situación económica en el país obliga a sus ciudadanos a crearse sus propios empleos, aunque estos sean de alto riesgo.
Fue en los 60s, cuando Johnny Storm, mejor conocido como la antorcha humana, se convertía en el héroe predilecto de los niños de esa época y no era para menos, ya que era un individuo que al lanzar su grito de batalla: ¡Llamas A Mí! Se incendiaba por completo para así enfrentar a los supervillanos.
El personaje de los comics formaba parte del famoso grupo Fantastic Four (Los Cuatro Fantásticos), creado por Stan Lee y Jack Kirby en 1961, para la compañía Marvel.
Aunque parezca increíble, Johnny guarda algunas semejanzas a Julio, aunque este último no use mallas; y es que ambos trabajan con fuego, lo hacen al servicio del bien, son arriesgados y llaman la atención de las personas.
Aún con lo ardiente de los rayos del sol, “El Dragón” como lo llaman sus amigos, apodo que luce tatuado en brazo derecho, no se inmuta y en medio de la avenida Juárez y Bulevar Antonio Rosales, lanza la rojiza llamarada frente a los automovilistas que aguardan ante la luz roja del semáforo, en el Centro de la ciudad.
Luego de unos segundos, Julio sortea los carros solicitando una ayuda de los conductores por el show brindado, algunos se apiadan y lo recompensan con unas monedas, otros simplemente lo ven detenidamente pero no le dan nada.
“A la vuelta”, le dicen, el vecino de la colonia Ejidal solo apresura el paso para que no lo agarre “el verde”.
En la esquina, están sus materiales de trabajo, que consisten en una bolsa llena de cajas de fósforos, franela y un recipiente con diesel.
“Para el jale, diario utilizo 10 cajas de cerillos, 2 metros de franela y 4 litros de diesel”, afirma.
Al día saca entre 100 0 150 pesos limpios y gasta 100 en los insumos; trabaja seis horas, de las 14:00 a las 20:00, lo que habla de un trabajo aparentemente redituable y fácil.
Un poco desconfiado al hablar, serio, comenta que no considera peligrosa esta actividad, debido a que “le tiene bien agarrada la medida”.
El padre de dos hijos, menciona que dominando la técnica no pasa nada, y que el secreto está en saber el momento preciso en aventar el chorro de combustible por la boca y encender la cerilla, para que se cree el efecto de “Dragón”, algo impactante para la gente.
“No, no es peligroso, más peligroso es andar sin dinero”, argumenta.
La calle se convierte en su escenario, la luz roja del semáforo marca la entrada del actor, quien de inmediato presenta su acto, su público son los automovilistas, minutos tras minutos se repite la escena, pero esta no aburre, ya que siempre los espectadores son diferentes.
Aquí no hay taquilla, ni boletos que comprar, solo la buena voluntad del hermano que ve a otro hermano luchar por la vida, de una forma sin igual, que aparentemente fácil, no deja de ser arriesgada.
Solo un paso mal calculado y Julio podría convertirse en una verdadera “antorcha humana”, él lo sabe, pero no le da cuidado, primero está el bienestar de sus hijos y su esposa.
Los 39 o 40 grados de octubre que se sienten sobre la piel quemada de “El Dragón”, hacen que este corra de inmediato a guarecerse a la sombra de un local en la esquina de la avenida y el bulevar.
Toma un envase con agua y lo vacía en su boca, toma un respiro, antes de prepararse para volver a salir al ruedo.
Redacción: Javier Carvajal
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