MÉRIDA.- Una de las cosas que más conoce la gente sobre Pedro Infante es su afición al ejercicio, sin embargo es poco conocido que esto se debía a que padecía diabetes y en algunas ocasiones sufría depresión.
En su ponencia denominada La vida desconocida de Pedro Infante en Mérida, el investigador y director de la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY), José Luis Vargas Aguilar, agregó que la pérdida de la agudeza visual, era otra de las afecciones que empezaba a padecer el “Ídolo de México”.
Durante su intervención en el III Simposio sobre Patrimonio Cultural de Mérida, Historia Costumbres y Protagonistas de la Mérida de Yucatán, recordó los largos periodos que vivió Infante en esta ciudad, pero también disfrutaba visitar el puerto yucateco de Celestún; Isla Arenas, Campeche; así como Chetumal y Cozumel, Quintana Roo.
‘‘A Pedro Infante le gustaba mucho hacer ejercicio, es sabido por todos, pero lo que no se conoce mucho es que padecía diabetes y como en aquella época no existían tantos medicamentos para su control como ahora, pues el ejercicio es el mejor tratamiento”, agregó.
Antes de su muerte, también presentaba problemas de la vista y una muestra de ello es que en su licencia de piloto se le recomendaba usar lentes.
Y aunque a Pedro Infante nunca se le veía triste, sufría de depresión y cuando esto sucedía, es cuando más frecuentemente venía a Mérida, este es un dato que prácticamente sólo lo sabía la familia.
Existen dos momentos en los que esta depresión fue muy fuerte: la primera se da cuando muere su padre, fue un duro golpe para él; la segunda, con el suicidio de Miroslava, fue una noticia muy impactante para él, entró en una depresión muy fuerte y para entonces se refugia en Mérida.
En el caso de Miroslava, su muerte le afecta porque se dice que era una de las contadas amigas que tenía en el medio artístico, siempre se le vio rodeados de estrellas del cine, pero los consideraba sólo compañeros de trabajo, sus amigos en realidad era gente sencilla: técnicos, pilotos, etcétera.
Vargas Aguilar refirió que otra de las personas a las que Infante quería mucho era Blanca Estela Pavón, “pero no como la gente cree, incluso les inventaron un romance, aunque en realidad era novia de su productor Rogelio Gutiérrez, quien también fue productor de Pedro”.
Otra de las anécdotas, es que la película La vida no vale nada, le dio en 1956 al actor de Guamuchil la estatuilla del Ariel, la cual recibió en su casa, pues no asistió a la ceremonia, ya que al estar nominado en varias ocasiones y no recibirlo, en esa ocasión decidió no ir, ganándosela y recibiéndola en su casa en pijama.
Esa estatuilla, es la única que no se sabe dónde está, sin embargo moradores contemporáneos de Pedro Infante aseguraban haber visto cuando el “Torito” le entregaba una figura similar a un pescador de Isla Arenas, por lo que de existir, la estatuilla podría estar en el fondo del baúl del nieto del pescador, sin saberlo.
Vargas Aguilar indicó que aun cuando se dice que el día de la muerte del cantante y actor era el copiloto de la aeronave, ya en el aire se cambiaron los roles y el piloteaba antes de estrellarse.
El 10 de enero de 1954, Pedro Infante realizó lo que se llamaba un “lunch-cerveza” en esta capital para celebrar el que le hayan otorgado la licencia que lo acreditaba como capitán de vuelo con diez mil millas recorridas.
La fiesta se llevó a cabo en los hangares de TAMSA y a la que asistieron Irma Dorantes, Humberto Prado, así como una persona que recientemente murió y que se llamaba Pastor Cuello, un piloto de esa empresa con el que hizo mucha amistad, entre otros.
Una anécdota más refiere que la motocicleta que manejaba en esta ciudad y que el día de su muerte desapareció de los talleres de TAMSA, fue desmantelada y luego reensamblada.
Lo mismo sucedió con un Mercedes descapotable, que no se sabe que sucedió con él. Recordó que sus fuentes provienen de charlas con la “esposa” de Infante, sin precisar nombre; así como con José Ernesto Infante Quintanilla, hijo de Pepe Infante Cruz y además de ser hermano de Pedro, también fue su doble en cintas como Los tres huastecos.
Uno de los deseos que continuamente hacía público, era el de poder quedarse a vivir en Yucatán junto a Irma Dorantes, pero sus problemas legales, que eran muchos y vinculado a su vida sentimental, se lo impidieron.
En realidad, aunque se dice que se casó tres veces, la única esposa legal que tuvo fue María Luisa León, ya que nunca se pudo unir de manera legal a Lupita Torrentera e Irma Dorantes, finalizó.
información: excelsior