“Te di todo. Mi mente y mi cuerpo. Mi espíritu y mi alma”, escribe Kobe Bryant en “Dear Basketball”, la carta que le dedicó al deporte que lo hizo leyenda, sin saber que esas líneas trascenderían la duela y se convertirían en filosofía de de vida.
Kobe fue mucho más que un simple jugador de baloncesto. Ni sus cinco anillos de Campeón de la NBA con los Lakers ni sus dos medallas olímpicas o sus más de 30 mil puntos se pueden comparar con el legado que dejó en una sociedad que hace un año, el 26 de enero del 2020, se quedó sin su superhéroe.
Kobe emprendió durante su carrera y después de la misma un sinfín de proyectos para ayudar a la población vulnerable de Los Ángeles. Con fundaciones, centros deportivos, academias y conferencias, trató de impulsar a los jóvenes y a los sectores más necesitados.
“La cosa más importante en la vida es cómo tu carrera mueve e inspira a la gente que está alrededor de ti y cómo impulsa a las próximas generaciones. Esa es la verdadera grandeza”, expresó Kobe en una de las tantas entrevistas que dio en los días de su retiro.
La Mamba Foundation ha ayudado hasta ahora a cerca de 1,000 niños y cuenta con un voluntariado de más de 1,000 personas que impulsan a la juventud a desarrollar habilidades de aprendizaje, mejorar los rasgos de carácter y expandir los valores personales que se traducen en autoconfianza y empoderamiento a través del deporte y la educación.
LA INSPIRACIÓN DE LOS LATINOS Su matrimonio con una mexicana hizo que Kobe aprendiera a hablar español y se apegara a una cultura diferente a la suya, en una ciudad como Los Ángeles cuyo mito dice que “tiene más mexicanos que México”.
“Llegaba gente mexicana, latina en general y le hablaba en inglés, pero Kobe lo hacía en español. Se acercaba a ellos, los escuchaba. Son detalles que como aficionado, como gente de este deporte, se te queda marcado. Fue uno de los mejores de la historia y con un corazón que se le salía del pecho”, dijo Horacio Llamas en una entrevista para ESPN.
Murales, playeras, reportajes, locales con su nombre, historias, anécdotas y más hicieron no solo que Los Ángeles adoptara a Kobe Bryant sino que él también hiciera suya a la ciudad.
“No quiero ser el siguiente Michael Jordan, solo quiero ser Kobe Bryant”, decía porque la comparación entre Black Mamba y Michael Jordan siempre estuvo, aunque algo que en Los Angeles tienen claro: “Kobe fue del pueblo”.
Una de las grandes críticas hacia Jordan era que a él difícilmente se le veía vinculado con alguna obra benéfica o en las calles. Michael fue un Dios inalcanzable desde que tocó el cielo y hasta estos días, a diferencia de Bryant, que se daba tiempo de asistir a clases en alguna escuela cercana, a inaugurar eventos o a subastas.
“Kobe significa mucho para nosotros por todo lo que hizo, por todo lo que nos dejó. Muchos de nosotros educamos a nuestros hijos con su mentalidad, la de nunca rendirse, la de siempre lucha. Hoy sentimos que hemos perdido a un familiar”, decía un fanático de los Lakers el día de su muerte.
Y es así como Kobe Bryant logró lo que ni Jordan ni LeBron han podido: ser una estrella en la cancha y un mentor fuera de ella, por lo que un año después de que él y su hija Gigi fallecieron, Los Angeles aún le llora porque dejó, además de muchas alegrías, un estilo de vida para nunca bajar los brazos ante la adversidad.