La adopción de innovaciones y el apoyo y la organización de los actores sociales son parte de las acciones que se pueden implementar para hacer del agro una actividad económica más rentable y segura.
Una de las tareas de la agricultura de América Latina y el Caribe (ALC) es lograr que la gestión de riesgos sea parte integral de la planificación agrícola, de esta manera es posible corregir, anticipar y prevenir posibles impactos económicos y ambientales y lograr un sector que supere sus crisis. Así lo indican expertos de un grupo interdisciplinario del IICA, la FAO y la Cepal, para el cual la gestión de riesgos puede reducir las pérdidas del sector agrícola, mediante la implementación de estrategias para afrontar los presentes, recuperarse y adquirir experiencia para los que lleguen.
Actualmente, la mayor parte de los esfuerzos se centra en respuestas a la situación del momento y a la reconstrucción, dice el grupo, que consideran que estos deben replantearse.
“Las acciones de reducción y prevención de riesgos son menos costosas que las pérdidas a las que se expone el sector por riesgos no mitigados, por lo que es necesario sensibilizar sobre la gestión integral de riesgos”, aseguró Miguel García, coordinador del Centro de Análisis Estratégico para la Agricultura (Caespa) del IICA.
Según el documento Gestión de riesgos de la agricultura familiar en ALC, esta actividad, que es desarrollada por unos 60 millones de personas, contribuye con el 40 por ciento de la producción de comida de Latinoamérica.
Frente a lo anterior, el IICA reconoce que pese a lo que representa la agricultura familiar, es la actividad más vulnerable a las pérdidas, por lo que adoptar innovaciones tecnológicas y promover el apoyo del Estado, del sistema financiero, como los bancos (comerciales y de desarrollo) y las compañías de seguros es prioritario para desarrollar políticas integrales en este tema.
Ahora, no todo son los seguros. Las recomendaciones del grupo de expertos propenden por buscar la llamada agricultura climáticamente inteligente, el manejo integrado de plagas, la utilización de la agrobiodiversidad, el uso de tecnologías, la coexistencia de diferentes sistemas de producción, la diversificación de los ingresos y los sistemas de alerta temprana, entre otros.
Además, recomiendan estudios de la zonificación de riesgos climáticos para facilitar planificación agropecuaria, implementar sistemas mixtos de producción que faciliten la adaptación al cambio climático y la facilitación de herramientas para llevar registros financieros y mantener un nivel adecuado de liquidez y prudencia.
Información: Portafolio.co
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