BACHOCO, Guasave. “Mi primer día de clases en la primaria lloré mucho. Ella nos dijo que nos sintiéramos en confianza, que era como otra mamá para nosotros”.
Ya pasaron 15 años, y para Cecilia Guadalupe Prado Anguiano ese día es inolvidable; como también son memorables las ocasiones que la profesora Alma Trinidad Quiñónez Talamantes mandó llamar a niños que no iban a las posadas o días del Niño porque no podían cooperar.
Cecilia tiene ahora 21 años y recuerda con profundo agradecimiento a su maestra Trini de primero y segundo grados. Y no es la única joven de Bachoco con ese sentimiento. Luz María Barrón, también de 21 años, guarda grandes recuerdos de esa época:
“Cuando uno no llevaba dinero, ella le daba para una tortita. En esa época había unos como huevitos que tenían adentro dibujitos; ella sabía que muchos no teníamos para dulces o juguetes, y un día llegó con una bolsa con huevitos para todos nosotros”.
“Ella me enseñó a leer y escribir, con mucha paciencia. Nos cantaba canciones para que nos aprendiéramos el abecedario. Cuando entramos a primero, el salón estaba muy feo; ella se organizó con los papás y lo pusieron muy bonito, hasta con vitropiso. Era muy buena gente”.
Alma Trinidad Quiñónez Talamantes, de 53 años, apenas se había jubilado el 1 de octubre del año pasado y este 19 de septiembre murió junto a su nietecita Ximena, de dos meses, en la Ciudad de México durante el sismo de 7.1 grados Richter que sacudió al centro del país.
La profesora de primaria, originaria de La Bajada de San Miguel, en Ahome, completó 28 años de servicio docente, en escuelas federales de los poblados Tres Garantías, Agua de las Arenas, Bachoco y Juan José Ríos.
Su segunda casa.
Sólo en la escuela Benito Juárez, de Bachoco, Alma Trinidad laboró unos 20 años. Durante ese tiempo, con la paciencia que le caracterizaba, enseñó a cientos de niños a leer y escribir porque invariablemente educaba a niños de primero a tercer grados.
Graciela Palafox, madre de familia y encargada de la biblioteca, le recuerda como una excelente maestra: “Todos los niños la querían mucho porque era muy tolerante, de carácter suave. Nunca le vimos un mal gesto”. A su hijo Juan Diego le dio clases en tercero, y el muchacho ya cursa el último grado de secundaria.
“La maestra se ganó el cariño de todos nosotros”, refiere Andrés Becerra Aguilar, director de la primaria y, como exrepresentante sindical, compañero de batallas laborales de la maestra Trini.
“Nos tocó trabajar juntos muchos años. Recuerdo que en sus primeros años la asaltaron cuando iba por un camino de terracería a Tres Garantías (municipio de El Fuerte)”, y menciona que ni en dificultades, la profesora perdía la sonrisa.
“Se ganó el respeto de la gente. Era dedicada”, por eso todo el personal de la institución avisó del deceso a la comunidad de Bachoco y les notificó del servicio religioso que este día se le ofreció en Juan José Ríos.
Meses trágicos.
Los últimos cuatro años de servicio docente, Quiñónez Talamantes dio clases en el plantel Constitución de 1857, de Juan José Ríos, donde radicó muchos años junto a su esposo, Heraclio Luna, y sus tres hijos. Sin embargo, hace 3 años se habían mudado a la colonia Prados del Sur, en Los Mochis.
Un par de meses después de su jubilación, la maestra Trini enviudó al morir su esposo, y el pasado 21 de junio, se fue a vivir a la Ciudad de México para el alumbramiento de su hija Iris Rosaura y luego cuidar de la recién nacida Ximena.
La docente regresó a Sinaloa hace unos días para arreglar unos papeles, y el miércoles de la semana pasada volvió a la capital del país. A las 13:14 horas del siguiente martes, el dos veces trágico 19 de septiembre, la sorprendió el sismo de 7.1 grados Richter en el departamento de un edificio de varios pisos que se derrumbó en la zona de Coapa.
Cuidaba de la bebé mientras su hija Iris trabajaba cerca de allí.
Un día después, los restos de abuela y nieta fueron localizados bajo los escombros.
La despedida.
Anoche, familiares, amigos y vecinos recibieron los féretros procedentes de la Ciudad de México en el patio de la casa de avenida Nahuilla, entre 7 y 8, de Juan José Ríos, a unos pasos de un jardín de niños, un Centro de Atención Múltiple y una primaria y a unas cuadras de su último trabajo, la Constitución de 1857.
Velaron los restos toda la noche. Por la mañana oficiaron misa en sus memorias en la Parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe y posteriormente los trasladaron a la localidad de Bacaporobampo, Ahome, para su posterior sepultura esta tarde.
La morada de la añorada maestra Trini será junto a su esposo y su pequeña nieta.
Mantente informado en nuestras redes sociales.