Culiacán, Sin.-La Secretaría de Marina Armada de México mantiene como prioridad la recaptura del ex líder del Cártel de Guadalajara Rafael Caro Quintero, y para ello se ha posicionado de manera permanente en la sierra de Badiraguato, en donde hay reportes de que los infantes de marina han realizado saqueos, torturado a pobladores y, hasta este lunes, han levantado un campamento en las fueras de la comunidad de San Javier, cercana al Triángulo Dorado.
Desde hace casi un mes, la Marina ha desatado una frenética cacería en esta región, pues supuestos informantes le han dado soplos a los de inteligencia naval de que Caro Quintero se oculta entre los pueblos serranos, huyendo a salto de mata entre brechas y cerros.
El 14 de mayo pasado la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) suspendió de manera temporal la discusión en torno al amparo solicitado por la defensa legal del capo, ya que un tribunal unitario de Jalisco revirtió la liberación y confirmó la sentencia de 40 años por el asesinato del agente de la DEA Enrique “Kiki” Camarena y el piloto mexicano Alfredo Zavala Avelar.
Dicho tribunal ordenó la reaprehensión inmediata de Caro Quintero, prófugo además de las autoridades estadounidenses que, tras su salida de prisión, desempolvaron una vieja acusación ante una Corte federal de California por tráfico de mariguana.
Pero el sexagenario narcotraficante ha logrado evadir los operativos de la Marina, en donde según la institución naval se esconde entre los altos montes y caseríos aislados, levantados al pie de los veneros de agua fresca y de los arroyos.
Dichas comunidades son conformadas por El Barrio de Guanajuato, La Noria, Babunica, Las Juntas, Los Placeres, entre otras.
El sábado 13 de junio pasado, un día antes de la balacera en Tamazula, Durango (que dejó un saldo de dos jóvenes muertos, un menor herido y cuatro menores detenidos), la Marina sitió Los Placeres y Las Juntas, en donde fueron específicos al interrogar y vejar a habitantes: “La misión es buscar a Caro Quintero”.
Sin embargo, datos que pobladores afectados han entregado, señalan que la Semar no solo va por Caro sino por otros líderes del cártel de Sinaloa que se mantienen en el bajo perfil, como Héctor Román Angulo, oriundo de El Saucito de San Javier, entre otros.
La ‘búsqueda implacable’
De acuerdo con reportes de pobladores y autoridades de Badiraguato, la primera vez que las fuerzas navales arribaron arrasando pueblos fue en marzo de 2014, un mes después de la captura de Joaquín “El Chapo” Guzmán en Mazatlán.
En aquella ocasión, por lo menos 20 helicópteros de la Semar y decenas de unidades “rápidas” cercaron El Barrio de Guanajuato, ubicado a un costado de la carretera interestatal 24, que conduce de la cabecera a Tameapa, y se introdujeron por la brecha que comunica a La Noria y a Babunica.
Los habitantes hablan de cientos de infantes de marina, que caían desde los “boludos”. Bajaban con cuerdas, se apostaban en las calles, se metían a las casas y revisaban minuciosamente todo, volteando “patas arriba” el lugar.
En Babunica, un pueblo que está a tan solo diez minutos de La Noria, los marinos raptaron al comisario ejidal, en ese tiempo Alejandro Quintero, a la sazón primo lejano de Rafael, y se lo llevaron a una casita en las afueras del poblado.
Ahí fue atado a una silla, sus ojos fueron cubiertos, y él fue golpeado y asfixiado con una bolsa hasta el cansancio. Más tarde el hombre diría que le preguntaban por el paradero de Caro.
“Sí lo vimos cuando recién salió, aquí lo saludamos porque él es de aquí, pero ya no lo volvimos a ver”, se defendía el comisario.
Sin embargo, el parentesco hacía dudar a los interrogadores, a lo que él contestó:
“Pues sí, aquí todos los Quintero y todos los Caros somos parientes de él, aquí llevamos los mismos apellidos”.
Días atrás del cerco de la Marina, los pobladores reportaron que se observaron aparatos pequeños sobrevolar los cerros, aparentemente eran drones.
Tras varias horas, los marinos abandonaron la zona serrana dejando una estela de temor entre los pobladores, quienes además reportaron la presencia de gringos uniformados como los infantes navales.
El operativo de fin de semana
Pocos se enteraron del nuevo operativo. Cayó temprano en Las Juntas y Los Placeres, comunidades ubicadas arroyo arriba de Babunica. Quizá ya se lo esperaban porque saben que el gobierno gringo y mexicano quieren a toda costa llevar tras las rejas al viejo capo.
Los hechos ocurridos en Tamazula, que también involucra a la Armada, opacaron la noticia. Allá en la comunidad duranguense la Marina fue acusada de dar muerte con disparos desde el aire a Jesús Omar Vidaña Fuentes, de 24 años, y a José Ángel Ramírez Reyes, de 17 años. Ambos oriundos de Tamazula, los dos integrantes de grupos musicales de la región. Uno de ellos, José Ángel, Tacho, como era conocido, apenas había concluido el cuarto semestre del bachillerato.
Además, dejó lesionado al menor de 13 años, estudiante de secundaria, José Roberto “N”, quien esa mañana se desplazaba en un todoterreno tipo Razer.
También detendrían a cuatro menores de edad, que fueron remitidos a un juez de Durango que, debido a su escasa edad, fueron liberados para llevar fuera del tutelar el proceso penal.
Los pobladores de Topiba y Tamazula denunciaron que los marinos luego de rafaguear desde los helicópteros a los menores, prendieron fuego a las unidades con gasolina.
Por casi 12 horas, mantuvieron prácticamente secuestrados a los habitantes de Topiba, quienes acusaron de rapiña, robo y violentar derechos humanos a los infantes de marina.
Al ser entrevistados, los afectados afirmaron que la Marina nunca dijo a quién buscaban, que a las mujeres las tuvieron encerradas en sus casas, mientras que a algunos de los hombres los golpeaban.
Sin embargo, fuentes extraoficiales señalaron que las fuerzas navales iban por el líder regional del Cártel de Sinaloa en esa región de Durango, pero su nombre no fue revelado.
Quizá por ello, el operativo de un día antes en Las Juntas, Badiraguato, pasó desapercibido para los medios de comunicación.
El supuesto desayuno de Caro en Las Juntas
Según los marinos que irrumpieron en la casa de la señora “Rosa” —nombre ficticio para guardar su identidad—, Rafael Caro Quintero había desayunado esa mañana de 13 de junio en su casa.
La Pared logró obtener este testimonio. Eran poco más de las 10 de la mañana cuando comenzaron a escucharse el ruido de los helicópteros sobrevolar el caserío disperso de Las Juntas.
De uno de los “boludos”, como suelen llamarle los serranos a las aeronaves, descendieron un par de decenas de soldados que comenzaron a revisar las casas, incluida la de ella, en donde estaba en compañía de una de sus hijas y su nieto de tres años de edad.
Los elementos navales no tardan en decir porqué llegaron sin ser invitados. Sin redondeos, se lo dijeron a la mujer de piel morena que tenían enfrente:
—Aquí estuvo hace unas horas Rafael Caro Quintero, vino a desayunar con ustedes, y les dijo que veníamos nosotros, y que no dijeran nada —soltó uno de los elementos.
Enseguida, el jefe a cargo de la operación le reclamó que el capo iba seguido a su casa, en donde le preparaban los alimentos, por lo tanto tenían que saber en dónde estaba.
—Ese señor nunca lo hemos visto, cuando recién salió sí supe que estuvo aquí, pero yo no lo vi porque me habían operado en esos días.
Pero por más que “Rosa” y su hija aseguraron que no sabían nada del capo oriundo de La Noria, los marinos no le creyeron. Las amenazaron con llevárselas detenidas y remitirlas a un penal federal, supuestamente por encubrir al narcotraficante.
—Átenlas —soltó el marino que daba las órdenes.
Acto seguido, otros agarraron a “Rosa” y le ataron las manos, y le cubrieron los ojos con vendas. La sentaron en una silla y con una bolsa comenzaron a asfixiarla con el propósito de arrancarle el paradero de Caro.
Pero la respuesta era la misma: “Aquí nunca ha estado…”
A su hija, de 26 años, también le hicieron lo mismo, pero a ella se la llevaron a un cuarto, en donde a cada respuesta equivocada le soltaban bofetadas.
Al niño sí, no lo tocaron, dejaron que anduviera libre por la casa.
—No nos vamos a ir, porque venimos por una misión y es llevarnos a Caro Quintero —espetaba el marino.
—De aquí no lo van a sacar, porque les aseguro que nunca ha pisado esta casa.
Por horas, otros habitantes pasaron por similar situación. Además, supuestamente la Semar traía una lista con nombre de supuestos trabajadores de Caro Quintero, que controlan esa región.
Además de a Caro, los buscaban a ellos, por lo menos a tres personajes cuyos nombres no fueron revelados por seguridad, gente dedicada a la siembra de mariguana y amapola.
Los marinos se dedicaron a esculcar casa por casa, revolviendo todo, levantando pisos y piedras de donde podían, quizá en búsqueda de posibles escondrijos.
También se denunció que se dedicaron a la rapiña, pues tras su salida en la comunidad poco después de las seis de la tarde, hacían falta en algunos inmuebles objetos de valor, joyas, laptops, celulares, tablets, aires acondicionados, entre otras pertenencias.
No fue el único lugar donde llegaron, una semana más tarde el síndico municipal de San Javier denunció que también realizaron operativo y, de nueva cuenta, los marinos volvieron a cometer similares atropellos a la población civil, aunque esta vez no mencionaron a Caro.
La DEA envía a sus mejores hombres
Según el semanario Proceso, la agencia antidrogas estadounidense ha enviado a sus mejores hombres al país para recapturar a Caro Quintero, a quien consideran un objetivo principal.
Desde su liberación de la prisión de mediana seguridad en Jalisco, la DEA le puso un precio de cinco millones de dólares a su cabeza, y reprochó mediante un comunicado publicado en su sitio web la libertad del hombre al que eliminó a Enrique Camarena, un agente infiltrado en el entonces Cártel de Guadalajara.
De hecho, debido a presiones de Estados Unidos, el gobierno mexicano, sobre todo el Poder Judicial tuvo que dar marcha atrás al amparo directo que obsequió al viejo capo a través del Primer Tribunal Colegiado en Materia Penal de Jalisco, cuyos magistrados arguyeron que Caro debió ser procesado por el fuero común por el homicidio de Camarena y Zavala, pues “Kiki” como agente infiltrado no tenía inmunidad diplomática.
La periodista Anabel Hernández entrevistó al veterano agente Gilbert González, quien fue amigo de “Kiki” Camarena y pasó a retiro y se dedica ahora a ser consultor en materia de combate a las drogas en Texas.
González aseguró que aunque a los nuevos agentes no les tocó la época de la muerte de Camarena, están comprometidos con la DEA y sus objetivos. Publica Hernández:
— ¿Los nuevos agentes de la DEA que lo buscan están comprometidos con el caso?
—Sí, claro. Son jóvenes que no vivieron esa época, pero empezaron en la DEA. Nosotros, quienes vivimos esa época, los entrenamos. Entonces es una memoria institucional y ellos están muy conscientes de lo que hacen en este caso.
— ¿Usted cree que las autoridades mexicanas quieren capturarlo?
—El día que el presidente Enrique Peña Nieto tomó posesión fue muy enfático al asegurar que su gobierno no iba a proteger a ninguna organización criminal. Esperamos que cumpla su palabra.
Frena Corte revocación de amparo
Mientras Caro Quintero aparentemente huye de la Marina que le pisa los talones en la zona serrana, en otro frente sus abogados esperan que la Suprema Corte de Justicia de la Nación resuelva el amparo que en 2012 interpuso el capo para echar abajo la orden de reaprehensión que pesa en su contra por el homicidio de Enrique Camarena Salazar y el piloto Alfredo Zavala Avelar.
El 14 de mayo, la Primera Sala de la Corte decidió suspender la resolución ante la falta de acuerdo entre los ministros.
El miércoles 6 de noviembre de 2013, los ministros de esta Sala votaron a favor de revocar el amparo a favor de Caro, el cual le dio la libertad en agosto de 2012, sin embargo, un recurso de revisión de parte de la defensa frenó la decisión del Tribunal Colegiado de Jalisco de devolver al capo a la cárcel.
Sin embargo, todo parece indicar que la Corte fallará en contra del ex líder del Cártel de Guadalajara y ordenará al tribunal de alzada que libre la orden de reaprehensión para que cumpla con lo que le resta de condena, que son once años y algunos meses.
Además, el sinaloense ya cuenta con una orden de aprehensión con fines de extradición para responder por una acusación de los años ochenta ante una corte de distrito de California, que señaló que es responsable de la introducción de múltiples toneladas de mariguana a Estados Unidos.
Pero para el viejo capo, él ya cumplió con la justicia mexicana y gringa, tras los 28 años de prisión que sobrellevó en las cárceles mexicanas, y así lo manifestó en una carta que envió a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, a la Secretaría de Gobernación y a la Presidencia de la República: “Yo ya cumplí… quiero vivir en paz”.
Información: laparednoticias