Los Mochis, Sinaloa. 12:30 pm, 8 de marzo de 2016. Aquí nada queda del Cisne Negro. La ciudad sólo tiene, cuando mucho, los patos del Parque Sinaloa.
La casa de Río Quelite 1002, esquina con bulevar Jiquilpan, muestra vestigios del sangriento amanecer del 8 de enero pasado, cuando el capo sinaloense Joaquín Archivaldo Guzmán Loera fuera recapturado por fuerzas federales luego de haberse fugado hacía casi medio año de la prisión de alta seguridad de El Altiplano, en el Estado de México.
Pequeños postes de concreto blanco y verde que sostienen cintas amarillas y rojas para advertir del “Peligro” y pedir “Precaución”, obstaculizan el paso por la banqueta de la finca blanca, de dos plantas, con portones eléctricos blancos en las dos cocheras y puertas de hierro en entradas y que fuera la última guarida del delincuente más buscado del mundo tras la muerte en 2011 del terrorista saudí Osama Bin Laden.
Una pareja de novios, con uniformes del Cobaes y que camina abrazada por la acera, esquiva las cintas, pasa por un costado de la patrulla municipal 3183 que esta vez custodia el lugar, dobla en la Río Quelite y continúa su trayecto sin que el escenario otrora aterrador, inhiba el romanticismo.
Frente a la casa, en el camellón del bulevar Rosales, un breve cartel del Gobierno Municipal invita a la higiene: “Ahome, por una ciudad limpia”, mientras en la banqueta se acumulan hojas secas de árboles y basura: papel aluminio y botellas de Coca-Cola quizá consumidas durante los interminables y aburridos turnos de guardia de los policías municipales.
Descolorido. Jiquilpan, que en náhuatl significa “lugar de las plantas tintóreas”, en este tramo luce gris, en parte porque el día amaneció lluvioso, como el 8 de enero, cuando la lluvia habría obligado a Guzmán Loera y a su cómplice, el guamuchilense Orso Iván Gastélum Cruz, “El Cholo Iván”, a salir del colector pluvial bajo el bulevar Jiquilpan a través del cual escaparon de la Marina durante la balacera en Río Quelite 1002.
Jiquilpan luce gris quizá también porque, aunque a la mayoría hoy le es ajena la fortaleza blanca de 190 metros cuadrados, el acontecimiento habría etiquetado injustamente a la hospitalaria ciudad de Los Mochis como guarida de narcos.
A 12 lotes de distancia de esta casa de seguridad, otra patrulla municipal, la 2071, resguarda un domicilio de la calle Cocotero, paralela al bulevar Jiquilpan. La corporación da protección las 24 horas del día, los 7 días de la semana, a Eva Valdez, la madre del gobernador Mario López Valdez.
La pareja de enamorados aparece nuevamente; ahora pasa cerca de la patrulla 2071 al caminar por la banqueta del parque deportivo del fraccionamiento Las Palmas, que fue remodelado el año pasado con 8 millones de pesos. Miradas entre sí, un abrazo, y se retiran tomados de la mano por la calle Río Baluarte rumbo a la Revolución… la siguiente calle paralela al bulevar Jiquilpan.
La vida transcurre. Por el bulevar, frente a la casa asegurada, pasan dos hombres de cuarenta y tantos en sendas motocicletas. Serían trabajadores que transitan rumbo a casa por la hora de la comida.
Enseguida pasa de prisa en una vieja bicicleta un puberto con uniforme de secundaria; por la banqueta apresura el paso de poniente a oriente una mujer de ropa sencilla, que carga una bolsa de supermercado para la casa donde trabaja de doméstica. Dobla a la izquierda en la siguiente calle; su destino, un domicilio de la calle Río Presidio. Presidio, el mismo destino de Guzmán Loera.
La diferencia es que la mujer, el jovenzuelo y los señores de las motos, sin riqueza, son libres, y el capo, aun con sus mil millones de dólares según el propio presidente de México, no.
La propiedad. Cerca de allí, en el semáforo en rojo del bulevar Jiquilpan y dren Juárez, un hombre de chaleco amarillo sonríe a los automovilistas mostrándoles el encabezado del diario de hoy: “SAE subastaría bienes asegurados al Chapo”.
Y aunque la nota periodística no se refiere a esta casa blanca de poco más de 1 millón de pesos, que aún permanece bajo juicio, el título hace pensar: ¿es que habría personas interesadas en comprar una casa bañada en sangre?
Foto e información: Denisse Miranda/periodista freelancer
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