Es definitivo, una vez pasadas las elecciones del 6 de junio de 2021, la carrera por la «decisión 2024» está en marcha y el gobernador del estado de Sinaloa Rubén Rocha Moya —bajita la mano—, le pone el toque y su sello personal al gobierno de la Cuarta Transformación que encabeza desde el primero de noviembre pasado.
El mandatario sinaloense se ha mantenido tranquilo, ecuánime como el político conocedor y de amplia experiencia que es, lo que ha demostrado, incluso de tiempo atrás, desde el célebre proceso interno —de Morena— de donde salió nominado candidato, y a la postre; gobernador. El que, a saber, fue turbio, con matices ríspidos y difícil de lograr, cimbrando al más alto nivel.
Asimismo, Rocha, no ha perdido su perfil de político incluyente, plural y solidario con las mejores causas sociales, no solo de las que emergen del corazón del pueblo, sino también con subordinados, demostrándose en sus visitas a las diversas dependencias de Gobierno, donde “de tú a tú” y frente al burocratismo, se queda a la orden como uno más de la estructura operacional.
Cabe señalar, que para el tema en cuestión, algunos actores políticos de nuestro estado, desde el hecho de haber figurado como adversarios políticos del hoy gobernante estatal, traen su propia luz, su etiqueta política y social, tanto para bien como para mal.
Desde entonces, las tarjetas electrónicas que llegan hasta Palacio Nacional, al ejecutivo federal, pintan de cara y cuerpo las actitudes voraces y fallidas de tino político del alcalde de Mazatlán, Luis Guillermo Benítez Torres, de Jesús Estrada Ferreiro de Culiacán, y, de Ahome, Gerardo Vargas Landeros y de algunos grupos políticos antagónicos.
No obstante lo anterior, el secretario de salud en Sinaloa, Héctor Melesio Cuén Ojeda, tiene su propio estigma, y aunque se cueza a parte de la triada de ediles de los principales municipios en el estado, no deja de ser observado en sus movimientos por el ojo agudo del potentado animal político.
Por ello, en nuestra pujante y progresista tierra de los once ríos, a nadie se le olvide el dicho que en su letra reza: “crea fama y échate a dormir”, por lo que “El Químico” Benítez aunque sea fundador del movimiento morenista en Sinaloa, su etiqueta de radical y soberbio, lo posiciona en la estirpe más rancia de la izquierda local.
En cuanto a don Jesús Estrada, su papel de ideólogo y gran filósofo, raya en lo “ideoso”, catapultándolo como el “rock star sinaloense” que aunque pase de moda siempre se le recordará.
Por lo que toca a Vargas Landeros, de Ahome, aunque se ha sostenido por ahora con tacto y oficio, los sinaloenses no olvidan su origen de acentuación “malovista”,
que ni borrando su historia política en «Google», deja de provenir del sexenio más nefasto y podrido de Sinaloa.
La carrera de cara al 2024 es larga todavía y todo dependerá de quién resulte el candidato o candidata de Morena a la presidencia de la República, lo cierto es que para Estrada y Benítez no hay más reelección en donde están, para Vargas, sería una posibilidad entre otras, y de seguro; todos aspiran a una senaduría.
Siguiendo la mística de Morena, hay otros cuadros que sin tanto ruido, errores, ni ambiciones desbordadas pudieran dar la sorpresa como lo serían: Imelda Castro, actual senadora con derecho a la reelección, Juan de Dios Gámez Mendivil delegado de programas del bienestar, Feliciano Castro presidente de la JUCOPO, Ambrocio Chávez Chávez de la comisión de puntos constitucionales en el Congreso, Enrique Inzunza Cazares Secretario General de Gobierno, Graciela Domínguez secretaria de educación, solo por mencionar algunos.
Aguzados, que la ambición mal encausada o actos mesurados pero efectivos los pone en la mira de dos poderosos animales políticos. ¡¡Bienvenidos al 2022; la era de los más fuertes!!
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