Alejandra Guzmán llegó al Estadio Universitario para convertirlo en su ‘reino’ y así hacer honor al título de reina del rocanrol, que le ha valido su permanencia en el gusto del público desde los años 80.
Como estaba previsto para el cierre de la vigésima primera edición del Festival Internacional Universitario de la Cultura, la cantante ofreció un espectacular concierto, en el que bailó, gritó, cantó poco más de hora y media y habló sin tapujos.
Cerca de 30 mil personas se contagiaron con su energía, esa misma que la ha caracterizado como una artista enérgica y heredera de una potente voz, como la de su padre Enrique Guzmán.
Con una producción espectacular donde hubo juego de luces, globos y papel china blanco, la cantante convirtió aquello en una verdadera fiesta. Pocos se resistieron a estar sentados y otros, sin importar el cansancio, lo hicieron desde el puente Teófilo Noris.
Cargada de sus más grandes éxitos, Alejandra, como nunca, enloqueció a la asistencia, que desde las primeras horas del domingo de luna llena ya la esperaban para vivir un encuentro cercano, que fue más allá de los que acostumbra dar en palenques y centros nocturnos.
La Guzmán, como una artista completa, dio todo en el escenario, y desde ahí manifestó su alegría por al menos, con su voz, haber llegado a la universidad: “Me tardé, pero por fin puede llegar; por eso me dediqué a cantar, porque la escuela no fue lo mío”, comentó entre risas.
Acompañada de un grupo de músicos y dos coristas, la cantante abrió su recorrido musical con Mala hierba, un tema que le permitió romper el hielo con los asistentes y desde entonces no parar.
Todo parecía que el concierto había finalizado. Pero no fue así. La noche para la Guzmán apenas daba inicio. Vinieron temas explosivos, como Volverte a amar, Eternamente bella y Reina de corazones.
En el concierto el más concurrido de las tres semanas de actividades del festival que fue dedicado a José Ángel Espinosa Ferrusquilla, no pudo faltar La plaga, una de las primeras canciones que colocó a La Guzmán en el gusto del público.
Y tal parece que ella no olvida lo de ese rocanrol y la fidelidad de su gente, porque lo cantó con todo el corazón: su ronca voz hizo que la letra retumbara el espacio universitario, en el que dejó huella una cantante de las que ya no se dan tan fácilmente.
Al final, el público quedó satisfecho porque La Guzmán complació, y no por ser domingo acabó la fiesta más temprano. Vino a dar. Y lo dio todo.
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