Según el McKinsey Global Institute, 375 millones de empleados en el mundo necesitarán cambiar de categoría laboral y aprender nuevas habilidades si quieren tener trabajo en 2030, porque en 60 por ciento de las ocupaciones una tercera parte de sus procesos podría automatizarse.
En México, en ese periodo tendremos 68 millones de pares de manos en la fuerza laboral. Será el momento con la mayor cantidad de trabajadores en activo. Esto, porque a pesar de tal bono laboral, los avances globales en la automatización los vamos a enfrentar con un déficit brutal. Según McKinsey, de esos 68 millones de personas en edad de trabajar, 7 millones (10.2 por ciento) tendrán que cambiar de ocupación en un contexto más automatizado.
El promedio en otros países en desarrollo es menor (9 por ciento), en tanto que en economías más robustas como EU (32 por ciento), Japón (46 por ciento) o Alemania (33 por ciento), la necesidad de convertir a su mano de obra a ambientes robotizados será mucho más alta. Esto tiene sus implicaciones.
Por un lado, como clásica nación emergente (que vemos no saldrá de esta categoría ni para 2030), México tendrá un mix laboral de empleados en actividades muy primarias con otros en trabajos más sofisticados.
En los próximos 13 años la fuerza laboral de México apenas si crecerá en 15 millones, es decir habrá una adición promedio de 1 millón de trabajadores. Con esto, el gobierno deberá diseñar políticas públicas para esos nuevos trabajadores que además coexistirán con muchos empleados actuales y los nuevos que ya están incorporándose.
Los sectores en que habrá más procesos automatizados serán la industria minorista y mayorista, la manufactura, la agricultura, la construcción y la hospitalidad. McKinsey sugiere en su informe que México instrumente una política laboral que aproveche la creación de empleos innovando en ocupaciones nuevas y con actividades robustas a fin de sacar todo el jugo posible.
La automatización del trabajo, dice la consultora, podría crear un escenario en el que por el mismo avance laboral se perderían hasta 9 millones de plazas. Sin embargo, con una buena política pública, se podrían crear 20 millones de nuevos empleos y, al fin del periodo, tener un avance en sí de 15 millones de trabajos nuevos.
No es para asustarse si tomamos en cuenta un punto: en menos de 60 años la participación de la agricultura en el empleo en México pasó de 52 a 13 por ciento. Es decir, el crecimiento urbano y el cambio de vocación en el país dio un vuelco radical en pocas décadas.
Con información de Milenio
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