Guiado por la fiscal, Saritha Komativeddy, el expolicía federal narró ante el juez Brian Cogan y el jurado un incidente que él atestiguó el 19 de octubre de 2008 en el estado de Morelos.
Cañedo Zavaleta dijo que la noche anterior a ese día pernoctó en Cuautla y a la mañana siguiente se dirigía a Cuernavaca.
En una intersección de la carretera Cuernavaca-Tepoztlán vi varias camionetas Suburban varadas, disminuí la velocidad de mi carrito y vi a Genaro García Luna”.
La fiscal preguntó al testigo mexicano que quién más se encontraba ahí con el amigo, asesor, confidente, mano derecha y secretario de Seguridad Pública de Felipe Calderón y respondió: “Con Arturo Beltrán Leyva y vi a La Barbie, Edgar Valdez Villarreal”.
El expolicía federal que sirvió más de 29 años en servicio hasta que se retiró en noviembre de 2022 hizo la acotación de que observó que La Barbie, uno de los subalternos de Beltrán Leyva en su asociación delictiva dedicada al tráfico de drogas portaba un arma larga.
“Observé a más gente junto a las camionetas y me seguí, pero vi por el espejo retrovisor que una de las camionetas se dio vuelta en mi dirección y aceleré… paré casi frente a la entrada del Fraccionamiento Los Limoneros, bajé y abrí la capota del motor de mi carro, vi entonces dos camionetas que pensé que me iban siguiendo”, dijo el expolicía federal.
Los vehículos, de acuerdo con el recuento de presuntos hechos, se dieron vuelta para dirigirse a la entrada del fraccionamiento sobre Avenida Paseo de los Naranjos.
Entonces, la fiscal preguntó a Cañedo Zavaleta si había observado algo en particular en los vehículos, a lo que el testigo respondió que “en la primera iba Arturo Beltrán Leyva en el asiento de copiloto y atrás de él La Barbie, en el otro vehículo iba manejando el señor García Luna”.
Antes, Cañedo Zavaleta había contado un incidente, que como parte de su trabajo fue asignado como guardia en las oficinas de García Luna en Constituyentes y Periférico en la Ciudad de México.
El expolicía se encontraba vigilando la recepción de las oficinas ejecutivas de la Secretaría de Seguridad Pública cuando García Luna, acompañado de dos secretarios, iba saliendo.
“Me dijo buenas tardes y le respondí, pero se me quedó mirando de una manera extraña, por mi parecido (físico) a él… desde entonces mis compañeros me pusieron el apodo de ‘Genarito”, afirmó el expolicía.
Regresando a lo que presuntamente miró aquel 19 de octubre de 2008, Cañedo Zavaleta indicó que los tripulantes de las camionetas Suburban cuyo color afirmó no recordaba se le quedaron mirando y él continuó con su viaje a Cuernavaca.
La fiscal le inquirió que si había hablado con alguien sobre aquel episodio, a lo que respondió: “Sí, con un compañero, Oscar Granados Salero”.
Enseguida, la representante del Departamento de Justicia a cargo del caso contra el confidente de Calderón inquirió al expolicía federal sobre si denunció ante alguna autoridad lo que vio en Morelos.
“Al Congreso de la Unión… a Layda Sansores San Román, el 7 de noviembre de 2008… le entregué un escrito señalando las armas cortas y largas, su número de serie y otros documentos que escribí en su computadora”, explicó Cañedo Zavaleta.
La representante del gobierno de Estados Unidos quiso saber si el expolicía federal firmó aquel documento.
“No con mi propio nombre, con el de Oscar Granados Salero, pero puso mi domicilio, el número de teléfono de mi casa y mi celular y le expliqué a Sansores que mi compañero y yo decidimos correr el mismo riesgo”, acotó Cañedo Zavaleta en su testimonio.
El expolicía federal agregó que cuenta con una copia digital del documento que escribió en la computadora de la gobernadora de Campeche.
¿Sansores le pidió algo?, quiso saber la fiscal y Cañedo Zavaleta reviró: “que podíamos hacer la carta de manera anónima para publicarla en la revista Proceso… le dio copia al periodista de Proceso”.
Posteriormente, el testigo de la fiscalía habló de que después de eso fue consignado e involucrado en delitos de delincuencia organizada y narcotráfico, que en total le achacaron seis delitos.
“Fui detenido por mis superiores y remitido a la SIEDO, arraigado por 80 días y luego transferido al penal de Puente Grande en Jalisco”, remató Cañedo Zavaleta.
Añadió que se reintegró a las filas de la Policía Federal, de la cual se retiró el 12 de noviembre de 2022.
Por su parte, el agente de la DEA que estipuló haber sido asignado a México en abril de 2008 y salir del país en agosto de 2015, también testificó sobre incidentes que atestiguó personalmente y escuchó sobre la presunta colusión de García Luna con Arturo Beltrán Leyva.
“Atestigüé una llamada telefónica de uno de mis informantes con Arturo Beltrán Leyva”, anotó el agente Madrigal ante el juez Cogan y el jurado calificador, mientras García Luna evadía mirarlo de frente tal y como hizo con Cañedo Zavaleta.
El agente de la DEA, ahora a cargo de la sección en el estado de Texas, de la dependencia federal antinarcóticos de Estados Unidos, habló de sus trabajos en México y sus interacciones con miembros de la Secretaría de Seguridad Pública a cargo de García Luna.
Fue así como Madrigal declaró a la pregunta del fiscal Philip Pilmar que él escuchó que el Cártel de Sinaloa y la fracción de los Beltrán Leyva “pagaban sobornos a García Luna”.
Sus contactos en la dependencia, a cargo del asesor de Calderón, eran Luis Cárdenas Palomino, Ramón Pequeño García, Iván Reyes, Víctor Garay y Edgar Bayardo, entre otros.
Madrigal dio cuenta de algunos incidentes de la presunta relación y subordinación de los funcionarios y subalternos de García Luna con el narcotráfico y los Beltrán Leyva.
Habló de un incidente ocurrido en 2008 y del cual observó una videograbación en la que se daba cuenta de que “la camioneta color blanca, Cherokee de Bayardo estaba en una casa de Jesús “Rey” Zambada García”, hermano de Ismael “El Mayo” Zambada García, jefe del Cártel de Sinaloa.
El agente estadunidense anotó que el incidente se lo transmitió a sus supervisores y luego un día, en ese año cuando fue detenido el Rey Zambada, habló por teléfono con Bayardo para informarlo y el comandante mexicano estaba muy nervioso.
“Estaba tenso”, matizó el agente de la DEA para luego resaltar otro momento, cuando un informante le dijo que frente a la embajada de Estados Unidos en la Ciudad de México, sobre Paseo de la Reforma y en el restaurante Champs Elysee, estaban reunidos altos funcionarios del gobierno mexicano con capos del narcotráfico.
El agente de la DEA cruzó la calle y fue al restaurante, pero indicó que en el lugar no había cámaras de video, Madrigal no dio detalles ni fue cuestionado por Pilmar sobre la fecha y más aspectos que observó en el restaurante o sobre si eventualmente confirmó que el cónclave tuvo lugar como le indicó su informante y quiénes estuvieron en el lugar.
Con estos dos testigos de la fiscalía concluyó la última audiencia de la segunda semana del juicio a García Luna, proceso judicial que se reanudará el próximo lunes 6 de febrero para seguir con las preguntas de fiscales y defensa del acusado a Cañedo Zavaleta.