TIJUANA. A lo largo de más de 6 años, esta ciudad se ha convertido en la puerta de entrada de miles de migrantes de diversas nacionalidades que han llegado a las puertas de Estados Unidos huyendo de la miseria, la violencia o la guerra.
Sin embargo, del total de migrantes y refugiados, unos cuantos miles se quedan y fundan nuevas colonias, donde se agrupan y se asimilan a una ciudad que les brinda empleo.
Así, de más de 20 mil haitianos que llegaron a Baja California desde mayo de 2016, el Instituto Nacional de Migración calcula que 16 mil solicitaron asilo en Estados Unidos, aunque sólo 1% fue admitido, mientras que otros dos mil 890 se quedaron a residir en Tijuana y en Ensenada. Al resto se le perdió la pista, pues pudo haber retornado a sus países de origen o se fueron a otros estados.
En estas ciudades hay pequeños restaurantes de comida haitiana, donde sus paisanos deleitan un pedacito de su tierra, como en el Rinconcito del Barrio, una lonchería ubicada en el centro de la ciudad.
La mayoría tramitó su permiso de estancia ante las autoridades migratorias mexicanas y hasta obtuvieron una Clave Única de Registro de Población (CURP) que les permite laborar en el sector maquilador, incluso con un número del IMSS, pero también se han empleado en comercios, supermercados y gasolineras, informó el delegado de Bienestar en Baja California, Alejandro Ruiz Uribe.
Sólo un pequeño porcentaje se dedica al ambulantaje, ya que no regularizaron su situación migratoria, pero hasta el momento, el INM no ha emprendido acciones de deportación en contra de ellos.
Por lo general, rentan viviendas en la zona centro de Tijuana, cerca de los albergues que les dieron cobijo los primeros meses de su llegada en esta frontera, aunque varias familias siguen en el albergue del templo Embajadores de Jesús y algunas lograron obtener una pequeña casa en el asentamiento conocido como Little Haití, que el pastor Gustavo Banda fundó pese a la oposición de la administración panista que gobernaba la ciudad en 2016.