México no está en una guerra convencional pero los enfrentamientos que ocurren en su territorio son más mortíferos que si lo estuviera. A diferencia de conflictos bélicos como el de Vietnam o el de Irak, los choques entre las fuerzas militares y federales con civiles armados (identificados oficialmente como presuntos delincuentes) dejan más muertos que sobrevivientes.
En promedio, durante los últimos ocho años en el país el Ejército mexicano acumula un saldo de casi ocho civiles muertos por cada civil herido, mientras que la Policía federal en seis años tiene un record de por lo menos cuatro supuestos agresores muertos por cada uno que sobrevive.
En los conflictos bélicos convencionales la tendencia es a la inversa, es decir, no hay más muertos que lesionados. La Guerra de Vietnam por ejemplo, dejó una relación de 4 heridos por cada muerto mientras que el conflicto entre Israel y Líbano arrojó un índice de 4.5 lesionados por cada fallecido.
Se trata de una situación que más allá de casos específicos como el de Tlatlaya podría arrojar un patrón de comportamiento que se aleja de los estándares del uso correcto de la fuerza, señala el análisis denominado “Índice de letalidad 2008-2014” elaborado por tres especialistas del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM y del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), y al que Animal Político tuvo acceso previo a su publicación en próximos días.
El estudio identifica que si bien han disminuido los enfrentamientos entre fuerzas de seguridad y presuntos agresores en los últimos años así como la cifra total de muertos, los índices de letalidad siguen prácticamente igual y por encima de lo que señalan algunos parámetros y analistas internacionales.
Por ejemplo, el experto en derecho y garantías individuales de la Universidad de Nueva York Paul Chevigny señaló en 1991 que más de 15 civiles muertos por cada agente de seguridad fallecido sugiere un abuso de fuerza letal. En México, el Ejército ha alcanzo promedios de hasta 32 muertos por cada militar caído.
“Los índices expuestos constituyen una clara señal de alarma acerca de un uso excesivo y desproporcionado de la fuerza letal como posible patrón de comportamiento por parte de las fuerzas federales. Aunque el número total de enfrentamientos y muertos en enfrentamientos ha disminuido desde 2012, el índice de letalidad y la relación entre civiles muertos y miembros de fuerza de seguridad muertos permanecen elevados” señala el estudio.
A esto se suma lo que el análisis identifica como una creciente opacidad por parte del Ejército mexicano el cual desde abril del 2014 se niega a informar por transparencia el saldo de civiles fallecidos durante los enfrentamientos. La Marina por su parte, ni siquiera cuenta con datos suficientes –o eso es lo que dice- que permitan hacer un balance.
¿Sin prisioneros?
En los últimos ocho años en el país el común denominador entre los enfrentamientos de las fuerzas militares y federales con presuntos integrantes del crimen organizado sea el mismo: el número de civiles muertos siempre es más elevado que el de los heridos capturados.
Por el lado positivo, la cantidad de enfrentamientos han disminuido en los últimos años según los datos oficiales en los que se apoya el análisis.
En el caso del Ejército en 2011 se registró el máximo número de choques – 1009- y luego vino una reducción del 70 por ciento a lo largo de los siguientes tres años hasta llegar a 296 enfrentamientos en 2014. En Policía federal, el pico fue en 2012 con 143 choques para después descender 35 por ciento en los dos años que siguieron.
En parte esto pudo deberse a que los elementos desplegados por la Defensa Nacional en operaciones contra el narco bajaron de 52 mil 690 en 2011 hasta 35 mil 615 en 2015, una reducción del estado de fuerza del 32 por ciento. El análisis también considera que la reconfiguración de la estrategia en el actual gobierno o el desplazamiento de cárteles pudo incidir a la baja en el número total de enfrentamientos.
Pero aun con este descenso el índice de letalidad se ha mantenido e incluso ha aumentado en algunas situaciones, siempre con más muertos que heridos.
El Ejército acumula de 2008 a 2014, en promedio, un índice de letalidad de 7.9 civiles muertos por cada lesionado con un índice máximo de 14.7 alcanzado ene l 2012. En 2013, primer año de Peña Nieto, el índice bajó a 7.7 pero en 2014 volvió a repuntar y alcanzó 11.6.
El caso de la Policía Federal es aún más llamativo pues su índice de letalidad se disparó en 2013 hasta 20.2 civiles muertos por cada lesionado, promedio que ni el Ejército ha alcanzado. Luego para 2014 cayó hasta 4.6 aunque dicho nivel es aún más elevado que en la mayor parte del sexenio pasado.
El análisis recuerda que la literatura médica, al verificar el uso de armas convencionales en conflictos armados, invierte el índice para reportar heridos sobre muertos por ser más comunes los primeros que los segundos en los contextos de guerra. La guerra de Vietnam tuvo un índice de 4 heridos por cada muerto, la de Israel y Líbano de 4.5 heridos por fallecido, y la del Golfo de 3 heridos por un caído.
Un índice de más muertos que heridos como el que arrojan los enfrentamientos en México, es propio de crímenes de guerra o de tiroteos contra civiles de acuerdo con los analistas.
Frentes de batalla
De enero del 2013 a abril del 2014, lapso analizado por el estudio a detalle, Tamaulipas fue el estado en donde más enfrentamientos hubo entre el Ejército y civiles armados, un total de 309. El saldo fue de 190 supuestos agresores muertos y 32 heridos, más que cualquier otra entidad. El índice de letalidad fue de 5.9 muertos por cada lesionado.
Pero hay estados que aunque registran un número menor de choques entre soldados y civiles, tienen un índice de letalidad mucho mayor.
Es el caso de Zacatecas, entidad en donde la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) reportó 58 civiles muertos en enfrentamientos por apenas un herido, es decir, un índice de letalidad de 58, el mayor del país.
El incidente más mortífero ocurrido en ese periodo en Zacatecas se registró el 12 de julio del 2013 cuando 13 civiles perdieron la vida en lo que fue reportado como un enfrentamiento con el ejercito en la comunidad de Sombrerete. Como es común en estos casos se dijo que los civiles dispararon primero y no hubo un solo sobreviviente.
El estado de México tiene el segundo índice de letalidad más alto en choques del Ejército con 30 civiles muertos por un solo sobreviviente. Además el registro anterior aun no incluyó a las 22 personas que murieron el 30 de junio del 2014 en Tlataya, en lo que sí ha sido señalado públicamente como una posible ejecución extrajudicial del ejército.
Guerrero y Coahuila también fueron entidades donde los militares fueron mortíferos. Los índices de letalidad fueron de 26 y 22 supuestos sicarios muertos por cada sobreviviente respectivamente.
Por su parte, la Policía Federal reportó que en Zacatecas y Guerrero logró “abatir” en conjunto a 31 civiles en 26 enfrentamientos ocurridos de enero del 2013 a marzo del 2014, sin que hubiera un solo sobreviviente de parte de los agresores.
En tanto en Michoacán la corporación reportó 42 enfrentamientos con 32 civiles muertos y cuatro lesionados, mientras que en Tamaulipas fueron 55 muertos y 7 sobrevivientes en 88 .enfrentamientos, En ambos casos el índice de letalidad fue prácticamente de 8 muertos por cada civil herido.
El análisis destaca que en general, la proporción de los elementos de fuerzas de seguridad fallecidos respecto a los delincuentes en los choques que se presentan es también muy dispar. En el caso del Ejército llegó a ser de 32 personas muertas por cada militar caído en 2011 y luego descendió hasta 20 civiles por cada soldado en 2013.
Se trata de un registro por encima del umbral de 15 muertos que especialistas como Chevigny advierten como síntoma de abuso de la fuerza.
Borrando el rastro
El otro aspecto que el estudio identifica como un factor de preocupación es el de la opacidad. A partir de abril del 2014 la Secretaría de la Defensa Nacional se ha negado a seguir proporcionando datos oficiales en torno a civiles muertos o lesionados en enfrentamientos con los soldados.
El argumento expuesto por el Ejército para ya no informar es que luego de las agresiones el personal militar “se limita a preservar el lugar de los hechos y una vez que hacen presencia las autoridades competentes, se desliga de los procesos e investigación correspondientes”.
Los analistas recuerdan que esto es violatorio no solo de la Ley de Transparencia sino del propio Manual de Uso de la Fuerza de Aplicación Común a las Tres Fuerzas Armadas el cual indica en su artículo 14 que luego de una agresión se debe elaborar un informe detallado de los hechos ocurridos en el sitio.
“Resulta pues contradictorio que la SEDENA afirme que la información sobre civiles muertos y heridos no es necesaria (…) esto se traduce no solo en una violación al principio de legalidad y transparencia sino también del derecho a la vida como ha señalado la Oficina del Alto Comisionado en Derechos Humanos de Naciones Unidas” señalan los analistas en su informe.
En el caso de la Marina el estudio advierte que ni siquiera puede realizarse un análisis por que la dependencia dijo que del 2006 a 2011 ya no tiene datos de enfrentamientos pues se “cumplió el tiempo para tenerlos en conservación”.
“Sorprende en esta respuesta que no exista información sobre la actuación de la dependencia en la administración anterior como si el cambio de administración implicara el nacimiento de una institución distinta” concluye el informe.
Información: Arturo Ángel, animalpolítico.com