Una vez concluidas las precampañas a la gubernatura de manera oficial el día de ayer —31 de enero—, inicia un periodo de “inter campañas”, es decir; no hay precampañas, ni campañas, donde quienes aspiran a lograr el triunfo electoral por la magistratura estatal seguirán organizándose sólo internamente acatando la ley para así llegar lo más fuertes posible a la decisión Sinaloa 2021: «domingo 6 de junio».
Lo que es definitivo, y que a estas alturas nada, ni nadie puede ocultar, es la división de tipo casi catastrófico; «nivel S.O.S.» que ha reventado en la alianza PRI, PAN, PRD, desde la decisión de nominar al senador Mario Zamora Gastélum como su abanderado. La llegada del mochitense fue vista como la nueva imposición desde el CEN del PRI.
Con lo desatado, a la postre, cualesquier película de ciencia ficción en relación al más temido mostruo, su argumento se quedaría corto, pues pareciera que nada más en el Partido Revolucionario Institucional (PRI), soltaron al mismo tiempo todos sus espíritus malignos creados en torno a ese ser oscuro, poderoso y mitológico que domesticaron entre ellos y que ahora nadie puede controlar.
La furia de la bestia demoníaca ha desafiado y alcanzado al mismísimo gobernador Quirino Ordaz Coppel, sin que hoy, ya sea de manera consiente o inconsciente se pueda hacer mucho para sosegarle. El plan maestro con el demonio en libertad, resultó endeble.
Muy preocupados deben estar todos los cercanos al gobernante, aduladores y allegados que una y otra vez, en lo corto y en lo público aseguraban que sería «el gran elector» y que todo, absolutamente todo lo tenía controlado y entre sus manos. Según el consejo y la praxis política, no podría ser de otra forma.
Otra circunstancia que resultó de gran vulnerabilidad para las pretensiones del PRI, y contra el total de la tripartidista alianza opositora al gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, es que los ex gobernadores que hoy ejercen su influencia en las distintas regiones del estado –para todos–, sus intereses están por encima de los colores partidistas.
No obstante, lo sucedido en el país en el 2018 fue un primer paso, sin pensar ingenuamente que se vaya a reeditar en el 2021, mucho menos pensar en la dimensión; la realidad nos dice que la instauración de un nuevo régimen político, económico y social en México; para Sinaloa, también está a la vuelta de la equina, en razón de que a la sociedad le queda cada vez más claro que el cambio ofrecido del PRI, al PAN, la línea fue tan delgada que les resultó lo mismo.
En ese mismo tenor, en Sinaloa, según su historia reciente, con mayores penas que glorias en el 2010, y aplicado a partir del año 2011, cuando gobernó Mario López Valdez, donde se afirma que se experimentó la alternancia, que por cierto resultó en un periodo inmediato posterior, más viable dar marcha atrás sin mayor opción.
Así mismo, quien también se perfila a cobrar su cuota y comenzar a restarle más que sumarle, a la plataforma “Va por Sinaloa” es la conjunción antinatura —PRI,PAN,PRD—, que al no tener una esencia, ni principios justificables, amenaza con taimarse o romperse de un momento a otro.
Hoy, las condiciones en el Estado son distintas, los movimientos de antaño recobran espacio y se posicionan firmemente en el presente, sin perder la esencia de luchas sociales, manteniendo una línea firme y decidida de la justicia para el pueblo y buscando el bienestar social; manifestaciones que generan esperanza de una cambio verdadero para la sociedad.
Dicho de otra forma, en el siglo XXI la izquierda se consolida, está más presente que nunca en México, con un ejecutivo federal como guía moral, con su instrumento para competir el poder; el Movimiento Regeneración Nacional y se asoma fuertemente a Sinaloa.
Tantas coincidencias acumuladas no pueden ser nomás porque sí, una nueva transición para Sinaloa está puesta en marcha y la caída de un hegemónico imperio político se acerca.
Al tiempo.
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