Sin duda que muchos de los sinaloenses hombres y mujeres conocen de qué está hecho el hoy precandidato de Morena al gobierno de Sinaloa: Rubén Rocha Moya.
Los que no, y de manera muy específica las nuevas generaciones; están a punto de saberlo, y posteriormente verlo.
La afirmación que antecede este párrafo, se remite en razón de las expresiones propagadas por diferentes medios de comunicación tanto electrónicos, hablados y escritos, donde cuestionan en lo que va del proceso electoral, que se está a punto de saber: «de qué está hecho Rocha».
Comentarios orientados hacia una polarización de la información imperante en cuanto al proceso interno en Morena, a su imperativa y necesaria unidad interna entorno a sus grupos, y que la realidad nos indica, que es una batalla que libran en este momento todas las ofertas y plataformas electorales inmersas en el proceso 2020-2021.
Los que ellos (los medios) mejor que nadie saben, es que el senador Rubén Rocha Moya es el perfil de político que ha esperado por tantos años Sinaloa, para reorientar sus políticas públicas de gobierno y dignificar al mismo oficio.
Hoy, al maestro normalista, político y escritor, en su calidad de precandidato y favorito para arrollar en las urnas el 6 de junio, se le inventan diferencias irreparables con su compañera senadora, Imelda Castro Castro, donde se jura y se perjura que está de por medio la traición. Lo mismo con el alcalde de Mazatlán, Luis Guillermo “El Químico” Benítez.
Sin embargo, en ambos casos, el badiraguatense con respecto a la aspiración compartida
en el proceso interno de selección de la nominación a la magistratura estatal, en su momento les dio la atención y la importancia requerida a casa uno, dándole por completo vuelta a la página.
La actitud en los hechos asumida por la senadora Castro, integrándose de lleno a la precampaña de manera activa, directa y decidida, convalidan lo afirmado. En cuanto a Benítez Torres, su búsqueda continúa en la legítima aspiración de dar continuidad a la alcaldía en Mazatlán, lo que Rocha asume que a su compañero no se lo da, pero tampoco se lo quita, ya que las barreras para su pretensión las tiene en lo jurídico y no con su persona.
También en afán de confundir a la sociedad y al electorado, al originario del pueblo de Batequitas, se le quiere endilgar un escenario de pleito en el norte (en Ahome) con el equipo de Gerardo Vargas Landeros, de no ser así, entonces mínimo es que hizo un pactó y negoció con él la candidatura en su favor de la capital del estado, Culiacán, lo que le atraerá en automático el rechazo del empresario Jesús Vizcarra Calderón y el exgobernador Jesús Aguilar Padilla, quienes de inicio impulsaban su aspiración. Se da por hecho que sería por tener amarres con el mismísimo exgobernador Juan S. Millán Lizárraga.
Circunstancia que también en su momento fijó postura y de ahí el sepulcral silencio de Vargas y su equipo de base “Fuerza Trébol”. A Vargas tampoco no le da, ni le quita nada Rocha, simplemente si como desde el CEN de Morena decidieron incluirlo en el proceso interno a la gubernatura, si lo consideran para competir en la interna por Culiacán el no lo objetaría. Solo eso. Y con Jesús Vizcarra y Jesús Aguilar “Los Chuyes”, es un tema que ni ha tratado.
Mención a parte merece su cercanía y fortaleza que le representaría al proyecto ‘rochista’ la unión con Héctor Melesio Cuén Ojeda y su instituto, el PAS. Es decir: Morena-PAS. Lo cierto aquí, es que Cuén apoya y apoyará a su homólogo ex rector de la UAS, porque su plan y designio es fuerte, viable y de crecimiento para Sinaloa. Aunado de que desde 2018 esté casado con la idea de que el próximo gobernador del estado debe ser de Badiraguato.
Para concluir, una y mil cosas más seguro están por verse y venir en éste proceso electoral inédito en el país, por ser el más grande de la historia y por estar normado por los protocolos que exige una contingencia sanitaria mundial.
Lo cierto es que, pésele a quien le pese, le duela a quien le duela: «Morena en Sinaloa, empezó con el pie derecho nominando a su cuadro más rentable con perfil más completo para transformar un gran Estado.
Ya falta más poco.
Así que, al tiempo.
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