El cine de superhéroes ha generado por décadas taquillazos importantes, pero en los últimos 15 años las cintas de este género han provocado el surgimiento de franquicias que acaparan las salas de cine. En las últimas dos semanas Marvel y DC han anunciado los nuevos lanzamientos de las adaptaciones de sus personajes de cómics a la pantalla grande en los próximos ocho años que ya suman 40 filmes, a los que se espera otra cantidad similar a los siguientes 10 años.
Al respecto, y contrario al furor de los fanáticos de las historietas, directores del llamado cine de autor han manifestado su preocupación por el impacto social que está generando en el cine, entre ellos el mexicano Alejandro González Iñárritu, quien recientemente presentó Birdman en el Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM), una película que, dicho sea de paso, está alejada de los hilos argumentales de los superhéroes, y quien expresó su discrepancia con estos filmes.
“Pienso que toda la gama de películas sobre superhéroes que están surgiendo son un genocidio cultural, no solo en el cine sino en la televisión y en general mucho de la cultura popular está operada por grandes corporaciones cuyo único objetivo es hacer dinero, hacerse dioses del dinero sin ningún sentido social, cultural, educativo, vaya se pierde la humanidad y todos estamos al servicio del capital y eso es un gran peligro del mundo en general, no solamente lo que ocurre con fenómenos como el clima y el entorno”, expresó el realizador durante su visita a Morelia.
“No tiene nada de malo ver a dos tipos en traje de nylon agarrándose a patadas, no tengo problema con eso, es más me divierte, pero cuando todo es acerca de eso y el espacio que quieren llenar, busca atrapar masivamente y además el cinismo con el que lo hacen, eso me parece peligroso porque tengo dos hijos adolescentes y una desensibilización humana como cuando alguien toma mucha azúcar artificial y luego le das una pasita ya no te sabe a nada, porque la naturalidad está totalmente envenenada, se está perdiendo eso”, enfatizó.
El realizador comentó que espera que su filme Birdman no sea catalogado dentro de este género porque en realidad no se trata de un filme de superhéroes, sino de la decadencia de un actor que vive a la sombra del personaje con el que alcanzó la fama, “se trata más de un filme que habla sobre encontrar una identidad dentro de un medio en el que un artista necesita la validación de los demás para estar satisfecho, porque es muy fácil en esta época confundir el amor y el afecto que es real, profundo, sólido y trascendental con la admiración, la popularidad y la validación”, agregó.
Uno de os primeros realizadores en manifestarse en contra del cine de superhéroes fue el español Fernando Trueba, ganador de un Oscar por su filme Belle epoque, quien en el 2013 arremetió contra este género al que considera vacío: “Hay películas de superhéroes que da igual que las hayan visto millones de personas o que se hayan quemado en el laboratorio. Esas películas no existen: la imbecilidad se diluye en el aire. Lo importante es que una película transmita algo, que cuente buenas historias. La palabra comercial es un concepto super-relativo y gilipollas, inventado por el capitalismo subnormal”, comentó.
Otros como el canadiense David Cronenberg (La mosca y Cosmopolis) y David Fincher (El club de la pelea y Zodiaco) se han burlado de este tipo de cine desde el punto de vista de contenido más allá del impacto social: “Las encuentro tontas. Me gusta anticiparme a la energía del público de una película que está esperando a que empiece y pensando: ‘bueno, una cosa que no sabemos sobre este tío es lo mal que puede acabar’, es absurdo”, comentó en su momento Fincher.
En Morelia, también se dieron cita otros exponentes expresaron como enfrentan el reto de crear filmes de alto contenido social e histórico que buscan hacer frente a los taquillazos comerciales, entre los que se encuentra el cine de superhéroes, desafiando a los espectadores:
“Tienes gente excelente en este medio que están muy aburridos porque creen que el cine convencional va hacia dónde va con todo lo que implica la industria. Es necesario alentar a la gente para que sea exigente, para que no acepte lo convencional, para que haga preguntas. Es ahí donde se le hace frente a este tipo de cine comercial, me gusta desafiar a la gente para que se salga de su zona de confort”, comentó Amos Gitai, quien ha ganado premios en festivales como Venecia y Cannes con filmes como Kippur y Ana Arabia.
Mientras que Pawel Pawlikowski, uno de los máximos referentes del cine polaco en los últimos 20 años, cuya última película Ida, compite en la carrera por el Oscar a Mejor Película Extranjera luego de triunfar en festivales como London y Telluride, considera que confía en que sea la gente misma la que se interesé en temas más profundos: “Los directores de cine no debemos pensar en pelear por la taquilla, son los espectadores los que deciden qué quieren ver y aceptar que hay una saturación del mismo tipo de cine al que pueden llegar, cuando hay otras posibilidades, al mismo tiempo que para las películas que presentamos en festivales ellos las enfrentarán a su manera, más crítica o entretenida”, comentó.
Por su parte, el cineasta argentino Pablo Fendrik, quien presentó en Cannes su último filme El ardor y que lo mostró por primera vez en México en Morelia, habló de su percepción desde el punto de vista de exhibición: “El cine hollywoodense invade todos los mercados y todas las pantallas, se está poniendo solito en un lugar muy acotado en el que solo les interesa reproducir comics y el éxito asegurado en base a la franquicia, es un problema para la exhibición porque está monopolizado por estas cadenas, y crear circuitos alternativos es muy difícil”, comentó.
“Más que pensar en películas personales o darle chance a nuevos directores de hacer cosas interesantes o diversas, están muy polarizados en esto de inventar nuevos superhéroes, eso que en principio pareciera ser perjudicial, porque por un lado se está nutriendo a toda una generación de espectadores de basura cinematográfica por el otro nos da a todos los demás mucho campo libre para tomar las otras cosas”, agregó.
Finalmente, el mismo Pablo Fendrik considera que, ante la gran cantidad de producciones fílmicas de bajo presupuesto y su necesidad de exhibición por las exigencias de cierto público, tiene la esperanza de que en los próximos años las cadenas de exhibición le den más espacios al cine de autor, “al haber cada vez más películas creo que va a terminar por abrirse a las demás propuestas, es como una gran represa que llegará un momento en que no pueda contener toda el agua”, concluyó.
Ulises Castañeda | Crónica