Como lo advertimos: «hoy sucede». A raíz de la muerte del ex alcalde Carlo Mario Ortiz Sánchez el pasado 7 de octubre, y que una semana después se diera la unción de su viuda como presidenta; Pier Angely Camacho Montoya; traería en el contexto local una severa crisis de gobernanza y más aún, de control político.
La guerra de grupos ha iniciado y la circunstancia se corona en estos momentos en Salvador Alvarado con la salida en calidad de “fulminante” del hasta ahora secretario del ayuntamiento: César Fredy Montoya Sánchez, quien desde su llegada —hace un año y 4 meses—fue percibido como pieza incómoda en la actual administración municipal 2018-2021.
Paradójicamente a esto, el cambio que se dará en breve del alto mando de la Dirección de Seguridad Pública y Transito Municipal, Gerardo Cervantes; es considerado como de rutina, y de acuerdo a los protocolos de la propia Secretaría de Seguridad Pública.
Además de las repercusiones sociopolíticas de la coyuntura imperante en cuanto a la gobernabilidad, también se vislumbra que otro gran perdedor es el Partido Revolucionario Institucional (PRI); en virtud de que queda en medio de una riesgosa existencia política ante la cercanía del proceso electoral para las votaciones de junio de 2021.
El cese del “número dos” del ayuntamiento en la persona del también ex diputado local Fredy Montoya, no caerá del todo bien en parte de la ciudadanía, en función de que desde el deceso del alcalde, un porcentaje importante de la misma lo veían en automático como «presidente sustituto». Es decir, ante la irreparable pérdida; «el dos» tomaría el lugar del «uno» en el gobierno.
En ese mismo sentido, y aunque la alcaldesa Pier Montoya se la ha pasado repitiendo presionada por los medios al cuestionarle de posibles cambios en las diversas áreas: «que no hay determinación alguna», los movimientos no paran y llegan en cascada, uno tras otro.
Destacable es, el poner en esta misma balanza que la sociedad alvaradense está muy atenta al desempeño de Camacho Montoya por la lectura otorgada a su arribo a la presidencia, misma que fue considerada más por sensibilidad y sentido humano, que por oficio político.
Lo cierto es, que a poco menos de dos meses de su ejercicio, la administración autodenominada; “Con la Fuerza de la Gente”, se encuentra envuelta junto a la nueva mandataria en una enorme crisis social, política y de confrontación, donde se cuentan al rededor de cien verbeneros afiliados a la CNOP y CTM filiales al PRI, lo mismo que con la Alianza de Camiones y Trasporte Foráneo, así también, con los locatarios del mercado municipal; esto sumado a los conflictos que trascienden del equipo interno administrativo, así como con regidores y regidoras de oposición.
Desde el inicio de esta cruda realidad con distintos matices, es sabido que durante las exequias del finado alcalde los diversos grupos y corrientes políticas al interior del PRI se movilizaron en busca de la vacante, lo que a la postre ha desencadenado una guerra hostil por el control político local.
Circunstancia que motivó el resurgiendo desde el ostracismo del grupo político del ex diputado federal y actual funcionario de COBAES, Gilberto Ojeda Camacho, peor aún, de quienes pareciera que llegaron para quedarse, los clanes del “Chilorio Power”, “Tecolotes” y “Pecunis Team”.
La peligrosa reyerta política que hoy amenaza la tranquilidad de la apacible tierra del ídolo Pedro Infante; podría alcanzar tintes clérigos alcanzando a la iglesia católica, tal como lo ilustra la historia de los inicios del poder político en México.
En conclusión: la presidenta está siendo mal aconsejada, o en definitiva; sus asesores la han abandonado.
De su desempeño como novel alcaldesa, del relevo en la Secretaría, así como de los grupos en disputa del poder y su futuro, abundamos después…
Muy vigilantes a la señal desde el tercer piso que la situación es temeraria y un tanto peligrosa.
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