Hoy se cumple un año del resto de los años que le quedan de vida a Joaquín El Chapo Guzmán. Cautivo en una prisión de súper máxima seguridad de Estados Unidos hasta que muera. Su vida transcurre en una celda de la prisión federal ADX Florence en Colorado, considerada la más segura de Estados Unidos, fue construida para separar a los presos del resto del mundo. El infierno en la tierra.
El Chapo, al igual que el resto de la población pasa aislado 23 horas diarias en su celda. Un reducido espacio de frío hormigón de apenas siete metros cuadrados. Adentro, una cama. A los pies de ésta un pequeño pedestal que sirve de escritorio y enseguida un escusado. A lado de la cama la ducha.
La ventana es de poco más de un metro de altura y sólo 10 centímetros de ancho. Permite la entrada de los rayos del sol durante el día, pero la arquitectura del recinto es estricta. Está hecha para que ninguna de las 490 celdas pueda ver nada más que el cielo.
A El Chapo,igual que a los otros 34 reos de alta peligrosidad, entre los que están varios de sus antiguos enemigos, como Osiel Cárdenas Guillén del cártel del Golfo y Francisco Arellano Félix del cártel de Tijuana, les entregan la comida a través de un pequeño hueco en la puerta de sus celdas. Sólo tiene una hora de recreo al día.
Los celadores no hablan español. Así que la comunicación para Guzmán Loera no es sencilla. Su abogada Mariel Colón ha declarado a la prensa estadunidense que El Chapo tiene problemas de salud desde su llegada a la supermax. Ve borroso.
La vida adentro de Florence es dura. Hostil. Estricta. En 26 años desde su inauguración nadie ha podido escapar. Una vez que entras no vuelves a salir jamás. Tampoco vuelves a tener contacto físico con tu familia. Todas las visitas son a través de un vidrio grueso.
Fue el juez Brian Cogan quien le dictó sentencia de por vida más 30 años extras, por ser el líder principal del cártel de Sinaloa, acusación que incluye 26 cargos relacionados con las drogas y una conspiración de asesinato.
Después de un juicio que se extendió por tres meses, El Chapo fue declarado culpable por un jurado federal en Brooklyn el 12 de febrero de 2019, de los 10 cargos incluidos tráfico de narcóticos, uso de un arma de fuego para promover delitos relacionados con drogas y participar en una conspiración de lavado de dinero. Se le cerró la puerta en la nariz. Después de eso no había margen de maniobra, la sentencia lo alcanzó cinco meses después.
En el llamado “juicio del siglo” desfilaron varios conocidos de Guzmán. Incluyó el testimonio de 14 testigos, incluidos los miembros del cártel de Sinaloa Rey y Vicente Zambada –hermano e hijo respectivamente del otro líder máximo de la organización y socio de Guzmán: Ismael “El Mayo” Zambada-, Miguel Martínez, Tirso Martínez, Dámaso López y el colombiano Alex Cifuentes.
Tras la lapidaria sentencia, que también incluye la imposición de un pago de 12.6 mil millones de dólares, el narcotraficante fue enviado a su nueva morada, donde este viernes cumple 363 días internado –fue trasladado desde Nueva York el 19 de julio de 2019-.
Desde que fue extraditado han sucedido muchas cosas en casa. El cártel de Sinaloa ha entrado en pugna por el vacío de poder. De un lado su socio de años Ismael El Mayo Zambada, del otro algunos de sus hijos conocidos en el mundo del narcotráfico como Los Chapitos quienes reclaman la herencia criminal de su padre y uno más que nadie esperaba, el veterano Rafael Caro Quintero que desde que salió caminando de prisión en 2013 ha regresado al negocio del narcotráfico de acuerdo con el Departamento de Justicia de Estados Unidos.
Mientras, El Chapo sigue viendo a la pared de su celda en lo que pasa el tiempo.
Con información de Milenio