Ciudad de México.- Actualmente la eficiencia energética es una necesidad en la agricultura, ya que brinda un gran apoyo a los productores en la mano de obra para los riegos y entre otros factores que son de gran beneficio para el crecimiento de los frutos.
En muchos casos es común escuchar acerca de la posibilidad de mecanizar, pero no es una tarea factible para todas las especies frutícolas, también es un dolor de cabeza el costo que representa la energía, pero hay una diferencia esencial: un mayor margen de acción dado por las opciones entre las que elegir.
Representan una parte importante de la inversión inicial y de los costos operativos de los proyectos agrícolas, especialmente en los que poseen alta automatización, infraestructura de postcosecha y procesamiento de la producción.
Rodrigo Márquez, investigador del centro regional INIA Intihuasi, señala que el caso del riego es una de las actividades que más energía consume.
Por lo cual expresa que el riego tecnificado, al funcionar durante toda la temporada estival e incluso durante la época de control de heladas, puede representar cientos a miles de horas por año de funcionamiento de los equipos de riego.
La primera opción para minimizar el consumo energético es contar con un sistema de riego bien diseñado, es decir, con cálculos hidráulicos y de energía que se sustentan en información climática, topográfica y edafológica, entre otras.
Si el diseño es bueno entonces es fácil mantener los consumos al mínimo, pero si no ha sido bien proyectado, es más difícil encontrar el uso eficiente, advierte el especialista y recuerda que es normal encontrarse con sistemas tecnificados diseñados bajo criterios hidráulicos, por crecimiento del huerto, falta de mantenciones y carencia de personal calificado para su operación, terminan trabajando con eficiencias energéticas muy por debajo de los estándares del diseño original.
ero además, en toda esta etapa de diseño, existen algunas decisiones que pueden favorecer aún más la eficiencia energética, tales como la selección de motores de alta eficiencia, los que a juicio de Márquez, en conjunto con los impulsores hidráulicos adecuados, pueden significar en torno a un 15 por ciento de mayor eficiencia que un sistema estándar.
Asimismo, en esta etapa cobra relevancia la forma de operación de los equipos, cuando es imprescindible contar con profesionales, técnicos y operarios que puedan tomar decisiones racionales respecto al riego.
Información: Tribuna
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